Los tiempos están cambiando



Nada que ver con la canción ni con su autor; o sí, y está en sintonía tanto con el viejo Bob Dylan y con el ya entradito en carnes Loquillo. En cualquier caso me sirve para titular esta reflexión. Aunque más correcto sería decir, o escribir, Los tiempos han cambiado. Porque ya es presente, y tan real que no se le puede hacer oídos sordos ni ojos que no ven corazón que no siente. Tozuda y terca que es la realidad.
Sabes, Miguel Ángel, mi hijo mayor se separó hace más de veinte años, pero no lo sabe nadie del barrio. Me daba vergüenza entonces y nunca dije nada. Ahora es mi nieto el que vive con una chica, sin casarse. Y me digo que como él no es mala persona, tampoco estará tan mal lo que hace. Soy muy mayor y estas cosas ya no me entran en la cabeza.
Era I la que me hacía esta confidencia. A sus noventa y cuatro se siente superada, pero algo dentro de ella le dice que es posible que lo que ha creído durante toda su vida en lo referente a este particular tiene alguna vía de agua. Si su vida familiar y matrimonial ha sido equilibrada y serena, no lo fue la de una cuñada suya, a la que siempre soportó a pesar de ser totalmente inaguantable. Por eso ahora no le extraña que sus sobrinos no se hablen y que al funeral del padre, su cuñado, aparecieran cada uno por su lado, sin coincidir ni siquiera mirarse.
I es anciana y venerable, buena a carta cabal, y tiene unos hijos y nietos que la cuidan y la tratan como a una reina.
T es más joven y también viuda, algo más reciente; tiene un trabajo de alto nivel y casi media docena de hijos. Quiso “confidenciarme” que uno de ellos se ha independizado, y vive con un amigo. Ya ves, Miguel Ángel, yo ni lo entiendo ni lo acepto. Ha esperado a que muriera su padre para hacerlo.
Creo que después de hablar conmigo se quedó más tranquila, aunque no sé qué pude decirla. Supongo que lo mismo que le dije a M, que le ocurre igual con uno de sus hijos, y tiene casi la docena entre distintos sexos. Me pregunto qué habremos hecho mal mi mujer y yo, me susurró un día a la puerta de la iglesia.
Culpables, avergonzados, retraídos, ¿frustrados? Qué sé yo si hay mejores palabras para expresar cómo se sienten. No lo llevan bien, y no quieren pregonarlo.
Pero resulta que, empezando por mí, ya no conozco familia en la que de una u otra forma no salga un sarpullido en forma de divorcio, separación, ruptura, unión extraña o comportamiento anómalo. Y utilizo estas expresiones sin mala intención, sólo para que quede patente que está empezando a ser raro que una pareja se case y se mantenga.
Dicen los jóvenes, que no creen en el matrimonio, y lo demuestran. No hay bodas, al menos de las que no admiten vuelta atrás, es decir, por la Iglesia. Y en cualquier caso, no es infrecuente que al cabo de pocos meses, lo que parecía una vida de vino y rosas, resulte una espantá. ¿Sabes que fulanito y menganita ya no siguen juntos? es frase que se está repitiendo en demasía y no por eso deja de hacer mella en las personas más allegadas.
Sin embargo, esta misma tarde un joven, que antes de ayer fue chaval, ha venido a decirme que se casa y que qué pasa con los papeles. Y T, el domingo antes de navidad, se acercó y me cuchicheó ha venido con su compañero, dicho con todo el misterio, pero mucho más relajada. Se ve que lo va asumiendo.
En efecto, allá estaban los tres, ella al lado de su hijo en el tercer banco de mi izquierda.


3 comentarios:


  1. Me parece bien que las cosas cambien, aunque las historias son las mismas, pero en la actualidad más aireadas; que lo que cambia y debería cambiar, son los prejuicios, a veces herméticos del concepto de las cosas. Cuando una pareja se separa, se supone que es porque han agotado todos los recursos previos de intentar no hacerlo y seguir juntos. Si una madre durante 20 años oculta que su hijo se separó, que apertura de miras puedes esperar.Para entender tan solo un poco. Acaba resignada y víctima. y a lo mejor su hijo separado es más feliz.

    Es como mi vecina de 97 años, que hace por lo menos 10 que vino su hijo casado solo, a su casa, mientras hacían obras de arreglo en la de ellos. Nunca vi a su mujer y todavía está él solo con la madre...Yo que a veces he pasado a tomarle la presión y a verla, nunca le he preguntado, ni nunca ella ha dicho nada.

    El que citas que esperó la muerte de su padre para irse a vivir con un amigo, me supongo por la presión que pudiera haber ejercido su progenitor y la falta de entendimiento de libertad de expresar sus sentimientos, ¡por dios!, mi hijo homosexual!, antes lo mato...., ¿qué tiene ser diferente si su amor es igual de digno.? Amar y quererse, nadie ni nada tendría que impedirlo, dos hombres, dos mujeres, un hombre y una mujer ¿qué pasa?..

    los principios, la rigidez, lo convencional, la incomprensión. la falta de entendimiento, la presión del ¿qué dirán?...eso si que habría que revisarlo. ¿A eso se le llama unión extraña o comportamiento anómalo? Para mi las situaciones anómalas son las connivencias sin cariño, sin respeto, sin libertad, las del miedo, las de la infidelidad,del adulterio,....

    Un matrimonio "para siempre", hasta que la muerte nos separe, es tarea difícil, para los contrayentes; fidelidad absoluta, atención, cuidados, manutención, trabajos compartidos, educación de los hijos, convivencia,....muchas veces las parejas, no pueden seguir con todo eso, se amargan mutuamente el día a día, por "esos principios" que juraron el día de su boda...cuando las cosas no van bien, se van llenando de culpabilidad internas y a veces acaban tan infelices, que comprendo que alguna salida decidan tomar. Y se separen.

    En cada familia hay un mundo repleto de historias.

    Miguel Angel tema para reflexionar.

    Besos

    Anna J R

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  2. Pues ya ves, Míguel, así andan las cosas. A pesar de que los tiempos ya hace rato que cambiaron, todavía hay personas que sufren y se avergüenzan por situaciones ABSOLUTAMENTE NORMALES para la mayoría de la gente. Y ya sabes a qué es debido en buena parte, por eso, creo yo, recurren a ti a contarte y "confidenciarte" estas cosas que les pesan como una losa. Esperan que tú, que aunque eres cura pero eres distinto de los otros curas o el papa de Roma o los señores obispos carpetobetónicos y sus anatemas contra los divorcios, separaciones, homosexualidad..., les alivies y les digas que todo está bien si las personas viven mejor de esas maneras "no convencionales", que Dios en eso no se mete, que duerman en paz, que "el qué dirán" no es un valor a tener en cuenta, que la vida es una y hay que vivirla honestamente, juntos o separados, lo importante es el respeto mutuo... En fin, eso imagino que esperan que tú les digas, eso les diría yo si fuera su "curisa". ¡Con lo moderna que era mi madre a sus 98 años!, pero claro ella nunca hizo caso a lo que decían los curas, ni los obispos ni el papa de Roma, por supuesto.

    Besos, cura moderno,

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  3. Bien, Anna, te has explicado suficientemente. Y en efecto, en cada familia caben muchos mundos, todos diferentes; y si no son entendibles, por lo menos que sean acogibles. ¡Ya no son tiempos para estar tirándonos piedras los unos a los otros! Te cito una frase de San Agustín que seguro que conoces ya: “En lo esencial, unidad; en lo dudoso, libertad; en todo, caridad”

    Julia, ¡por dios! ¿Modelno yo? ¡Tururú!

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