Hoy es el día 334º
del presente año. Tras una vuelta rápida por el mundo de la información,
después de comprobar que este planeta sigue girando sobre su eje como siempre,
y convencido a punto de empezar la jornada de que nada nuevo va a descubrirse
bajo el tímido sol que indolentemente se abre camino entre las nubes, me topo
con una frase de cuya autoría nadie dice nada: Educar no es dar carrera
para vivir, sino templar el alma para las dificultades de la vida.
Templar viene bien a
estas horas frías de la mañana. Nombrar al alma, cuando es el cuerpo el
encogido, parece tomadura de pelo. Aludir a las dificultades de la vida, puro
cachondeo.
Sin embargo la frase
es seria, y servidor, entre otros muchos, si no así, de una u otra manera más
de una vez la ha pensado, en alguna ocasión la ha expresado de palabra o por
escrito, siempre en todo caso la ha mantenido y/o defendido.
Llega sin embargo un
momento en que alguien te plantea, o tú mismo te preguntas, si el plato que hay
sobre la mesa se llenará con lo que el alma aporte, si el cuerpo que ahora
tienes frío se contentará con las cálidas ideas que desde el alma le envíes, si
con decir lenta y repetidamente 33 mientras el fonendo recorre tu piel bastará
para confirmar que los 333 días pasados han merecido la pena, y podrás encarar
los 33 días que quedan con suficiente salud en alma y cuerpo.
Una vez más la terca
realidad te aborda como los piratas a los navegantes distraídos y complacidos
con la “mansedad” del mar: ¡la bolsa o la vida!
Te apremian las urgencias
del momento, las cuestiones concretas desde lo concreto de la vida: pon estos
carteles, cámbiame de grupo, tengo un cura amigo que me lo hace, no asistiré a
la reunión, dame un certificado, el vestido ya está decidido, nos vamos fuera,
vendrá toda la familia, ni ruegos ni preguntas…
33 años de la vida y
todo sigue parecido. 333 días iguales a sí mismos. 33 son los que faltan para
ser ¿más de lo mismo?
Más de lo mismo, sí. Es la vida, que puede parecer aburrida, pero a mí últimamente me encanta aburrirme con la vida. Qué cosa, llevas la cuenta de los días del año. Y a la primera parte de lo que dices, si no lo he entendido mal, me acuerdo de la letra de una canción moderna, no me acuerdo de qué grupo rebelde: "¡Oremos! ¡oremos! ¿Cómo quieres que oremos si no comemos?" ¿A que sí? Tenía yo un amigo cura que llegó a un pueblo de la Mancha en la posguerra, y antes de empezar a ejercer su pastoreo, enseñó a la gente a lavarse. Me parece muy bien. Supongo que a ti también.
ResponderEliminar¡Qué va! Es el taco del Corazón de Jesús que cada día me indica esas cosas. Incluso ese pensamiento me lo ha dado él.
ResponderEliminarEn mi pueblo decían, no sé si lo seguirán diciendo, que de la panza sale la danza. Debe ser un aforismo universal, porque con hambre malamente hacemos nada.
Con manos limpias y barrigas llenas, después todo lo que quieras.