08:15 horas, Pinar de Antequera. Valladolid |
En cuanto asomé el
careto por la puerta me di cuenta y volví sobre mis pasos para coger la
digital. Conforme avanzaba hacia el pinar, especialmente en lo alto del puente
sobre la ronda exterior, se iba perfilando en el horizonte la maravilla que
estaba a punto de explotar.
Y a punto estuvo.
Sólo se dejó ver en un destello, porque a poco todo fue cubrirse de nubes, y
como que la noche volvía sobre sus pasos tratando de impedir que el día
comenzase.
Tuve la suerte de
pillar ese momento para colocarlo aquí, como un sombrero.
Ha sido un día bueno,
sí señor. Que luego mejoró mucho, y se despejó todo el cielo dejando al sol
enseñorearlo todo, como el astro rey que es, sin discusión.
Y cundió, también
cundió. Dio tiempo a todo, aunque era mucho y diverso. Entre otras cosas alguna
que contaré mañana, como anécdota, y también como defensa de algunas de mis
habilidades, que alguna tengo, sí señor. Y también como chisposa, que este
mundo da para todo, incluso la pura extravagancia; aunque esta no sé si me
atreveré a narrarla porque hay ropa tendida y lo que parece puro anonimato en
realidad es un patio de vecinos.
Por ahora, y de
momento, me quedo con esta manera de salir el sol sobre la noche, y el deseo de
que hoy, el nuevo día, sea si no mejor, al menos del estilo del de ayer.
La silueta de estos árboles la tengo grabada en mi retina y ya me resulta familiar y conocida; estos colores que apuntan la salida del sol hacen que sea muy agradable admirar el paidsaje y dar gracias a la vida.
ResponderEliminarBesos
Anna J R
Es siempre la misma, mas la descubro diferente cada mañana. Da seguridad saber que el sol sale por ahí todos los días, aunque algunos no se deje ver, sólo y apenas sospechar.
ResponderEliminarSí, Anna, es la vida que nos da sus gracias… una y otra vez, permanentemente.
Gracias a ti.