Donde (y/o cuando) no hay voluntad, no hay ofensa



Así quedó grabado en mi máquina, y también en mi memoria, el árbol y la casa de juntas de Guernica. Era 1977 y tuve que ir de urgencias a recoger a una persona muy querida, rescatándola y devolviéndola a su lugar de origen.
No fue bien recibido, a pesar de haber sido invitado.
Nadie salió a despedirle. Falló la hospitalidad, si es que alguna vez la hubo.
No se puede vivir apelando a la historia, cuando esa historia a día de hoy hace aguas, es papel mojado.
Allá los muertos que entierren a sus muertos.

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