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Aquel agua está muy lejos y tengo sed. Ibón del Acherito |
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Vaya sitios a los que me hacéis subir. Petrechema |
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Después me toca a mí. Francia desde Quimboa |
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Si hay que parar, se para, pero o subimos o no al Petrechema |
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Contigo hasta el fin del mundo. No tengo ni idea de dónde estamos |
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Esta es mi ama, que quede claro |
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Fumando porque Pol vigila. ¡Que bello es Irati! |
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¿Reñidos? ¡Vigilando! |
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Al fondo la Mesa y el Annie, a la izquierda las agujas del Ansabere, y yo aquí aguantando el temporal |
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Estoy olisqueando, pero no encuentro nada de provecho. Lo del fondo es la sierra de los Alanos y a la derecha el Ezcaurre |
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El cuidado es mutuo y correlativo. En el centro el Castillo de Acher, a la derecha el Bisaurín y al fondo el Midi d'Ossau. Y creo que estamos en el collado de Estriviella, pero no me lo hagáis jurar |
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Lo llamarán mesa, pero de comida nada de nada |
El hueco que dejó
Moli I rápidamente fue ocupado por un “elemento” de raza incierta, fuerte como
un titán y tan desvalido que en cuanto nos vio nos adoptó. Pasamos a ser de su
propiedad exclusiva. Tanto que nadie podía acercársenos sin que recibiera una
mirada hosca y un rugido amenazante.
Vino del orfanato, y
llenó todo nuestro espacio con su enorme “perrunez”. El único verano que
compartimos fue magnífico de puertas adentro; si alguien se acercaba a nuestro
pequeño mundo, él lo convertía en un infierno. Aquello eran celos y no los del
moro Otelo.
Se adaptó enseguida a
nuestros paseos matutinos, se acomodó gustoso al ritmo de soledades, se
constituyó en el guardián fiero de la casa y aprendió a encogerse lo que fuera
necesario para ir dentro del coche, en un espacio imposible para él, y dejarse
llevar a donde quiera que fuéramos nosotros.
Así fue como
descubrió el campo abierto, la montaña y los pequeños detalles que conforman
nuestra vida.
Este era Pol. Su
mirada, infantil. Su cuerpo, una fuerza bruta incontrolable. Era hermoso como
un príncipe azul. Era del todo imposible para la vida compartida. Nos dio nueves meses memorables.
Murió de muerte
calculada.
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