SONETOS DE LA HOZ Y EL TRIGO
I
Abrió la reja el surco y la simiente
que esperaba intranquila su destino,
privada de la inercia lentamente,
fue aceptando madura su destino.
Notaba de la tierra la frescura,
de los tordos y grajos el acoso,
ahogo del olor a la basura;
silencio del silencio de su foso.
Grano incierto de cierta sementera,
que te pudres gestándote en el barro,
esperando arduo parto en primavera.
Grano cierto en incierto y viejo carro,
simulacro de atalaya hoy en la era;
ayer y hoy camino: pan y jarro.
II
Recordando la hoz su viejo tranco,
del adobe colgada en el sobrado,
miraba depresiva al tosco banco
que Canor lentamente hubo labrado.
Con hoja en la rendija, pensativa;
trataba de enjugar su parca pena,
todavía orgullosa, desde arriba,
del rastrojo del trigo y de la avena.
¡Qué fuerza suave airea en la lomera
de la mano callosa enardecida,
del vaivén de su mango en la pernera!
Temiendo a cada tajo quitar vida
y hacer de su labor barriobajera
resurrección perenne prometida.
III
Hermosa conjunción de geometría,
hermoso paraninfo de otras eras;
del martillo con yunques en la vía,
hermana socialista en las banderas.
Aquella hoja que moza se atrevía
a echar pulsos de brillos a la luna
cuando nueva con fuerza relucía,
sucumbió a los tiempos y a su cuna.
Pero quedan las tierras de Castilla,
como emblemas de triunfos de su corte,
que refieren los sabios en la villa;
y quedan sus labores y su porte
de hidalga señorona en regia silla,
bandera del recuerdo, estrella y norte
Andrés C. Bermejo.
Castilla, porque soy de aquí y desde ella hablo. Villalar, por los Comuneros y el rey germano que torció la historia antes de que esta naciera. Libros, porque no he escrito ninguno, pero Andrés sí; y si fuera de otra manera, a base de publicar poemas suyos en menos que canta un gallo se lo edito y lo propongo.
Hoy es el Día de Villalar, y en la campa comunera mis paisanos ondearán pendones y reivindicarán antiguos derechos conculcados, aguas pasadas que ya no mueven molino ni falta que hace. Comerán tortilla de patata y chorizo asado, tal vez se mojen, pero con toda seguridad volverán a casa roncos y cansados de bailar, cantar, privar (beber) y yantar.
Hoy es también el día del Libro. Pero no pienso leer nada que tenga letra. Miraré los campos, andaré por ellos, y si se tercia comeré a mesa puesta; un día es un día. Y sí, yo también volveré a casa ronco y cansado, aunque sólo sea para no desentonar.
Buenos recuerdos de cuando estabamos en "El Pino".
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