¿Ya está el cuadro
en casa?, pregunté
esta mañana nada más entrar. ¡Sí!, con lo feo que es, no sé ni cómo lo han
vuelto a traer,
respondió una residente.
En efecto, el cuadro
está en su sitio. Esta vez sí que lo he mirado, y me ha gustado. Un murillo,
pensé.
Luego, indagué un
poco más y, salvo que lo ha traído la directora por sus medios (con la ayuda de
su padre), no he podido enterarme de cómo ha sido la negociación. Porque ni
ella llamó al vicario, ni yo le convencí. O lo hizo él solito o alguien ha
movido ciertos hilos.
El caso es que en
dirección me agradecen la gestión, y en vicaría me afirman que fue el centro
residencial quien lo solicitó.
Allá pelines con lo
que haya ocurrido. El cuadro está de nuevo en la pequeña capilla, y eso es lo
que interesa.
Volviendo al murillo.
Después de mirar con más detenimiento la pintura, me fijé en que encima de
la Inmaculada aparece una paloma, y creo que al de Sevilla no le corresponde,
que él representaba al Espíritu Santo, la tercera de la Trinidad, de otra
manera.
Buceo en Internet, y
encuentro que Claudio Coello también pintó inmaculadas. Y con la paloma en su
sitio.
Así, pues, me
pregunto: ¿Murillo o Coello? Quien lo sepa que lo diga. Servidor apuesta por
Don Claudio, el madrileño.
Por supuesto, una
copia, faltaría más que fuera un original…
En cuanto a lo de feo, me he
permitido “iluminar” un poco el rostro de María. Y de feo… nada en absoluto. He
aquí qué preciosidad de cara, angelical.
No creo que sea de ninguno de los dos, puede ser una obra de algún taller del siglo XVIII o así, no es de primera línea pero es bonito, ¡qué más vamos a pedir!
ResponderEliminarEs todo un placer recibir tu comentario. Gracias por la información. Diré en la residencia La Arbolada que, aunque no tienen ni un Murillo ni un Coello, conserven ese cuadro porque es digno y es la Virgen que les acompaña en sus ratos de oración y de soledad.
ResponderEliminarUn saludo