Resudando espíritu de navidad

 

Oye, Víctor, le digo por teléfono a mi fontanero favorito alarmado por mis circunstancias, el radiador de mi cuarto de estar se puso a gotear el otro día, así de pronto, y a la mañana siguiente amaneció totalmente seco. ¿Qué está pasando? Y él, con esa sonrisa que se le adivina tras las palabras va y me dice: Ese es uno de los misterios más misteriosos de esta profesión. No tengo ni idea. Espera a ver lo que pasa, y me llamas si te llega el agua al cuello. Voy y lo miramos.
Por supuesto que no soy ningún alarmista, y que no estoy llamándole cada vez que un grifo gotea, o que el calentador resuda al usar agua caliente, o las tuberías están empañadas por efecto de la condensación. Pero que de pronto una junta falle, es para mirarlo.
Él se ríe de mí cuando me ve coger el cáñamo, y me dice que eso es ya muy antiguo. Pero yo desconfío del teflón, que será todo lo moderno que se quiera, pero que es tan blando que parece como que no aprieta. Tampoco me fío de sus juntas de cartón, de poliéster o de lo que sea que se lleve ahora, y prefiero las de goma de toda la vida.
Y es que ya es casualidad que en estos días antes de Navidad empiece el goteo de pequeñas caridades, o solidaridades, o como quiera que acordemos en denominarlas. Viene alguien con una bolsa y dice que esto a lo mejor le viene bien a alguien. Y dentro hay un montón de pares de calzados de todos los tamaños y diseños, usados, por supuesto; más, gastados del todo. Pues no sé, respondo yo. Bueno, entonces me lo llevo. Espera a ver, que yo esto no lo llevo, pregunta ahí a ver qué te dicen. Y de este modo que quito de encima el engorro de echar por mi boca un chorreo que no va con estas fechas.
La bolsa igualmente también puede contener un paquete de fideos, o cajitas de avecrem pechuga, o latas de sardinas, o una botella de aceite de girasol, incluso libros escolares de planes ya olvidados.
O juguetes. Sí, todos los juguetes habidos y por haber ahora sobran en las casas, porque hay demasiados y ya no caben los que están para venir.
Sí, por las Navidades hay grifos que gotean, siquiera por unos días.
Ojo, pues, y atención. No te alarmes y espera un poco, que seguro que no es avería. No se te ocurra coger la llave grifa y desmontarlo, puedes preparar una muy gorda. Seguro que a la vuelta de muy poco todo se normaliza.
De momento está la nave a rebosar. Ropa usada, ropa vieja, ropa para tirar. Juguetes usados, juguetes rotos, juguetes pasados de moda. Y mucha comida. Sin chupar, por supuesto, como aquellos caramelos del viejo villancico “Capitán de madera”. Estaría feo repartir comida ya masticada. ¿A que sí?

–––––––––––––––––––––––––––––––––– 


Que no se alarme el personal. Todo está bajo control. Que algún que otro empalme gotee de vez en cuando no inutiliza la instalación, que está en óptimas condiciones, ni desvirtúa el sentido común, que abunda bastante más de lo que parece. Como gente previsora que somos, ni hemos puesto nuestra confianza en la lotería de navidad, ni soñamos con los reyes magos. No faltará en ninguna mesa un plato caliente, ni ahora ni después.
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario