Otra noche preparando un examen



Hay un señor, un hombre quiero decir, que ha dedicado toda su vida a construir casas. Ya era albañil en su pueblo, y luego también lo fue en la emigración. Los franceses, le llaman al grupo al que pertenece. Y son muchos por aquí, todos emparentados, salmantinos de junto a la raya, próximos a una villa de tronío, Ciudad Rodrigo. ¡Qué tiempos aquellos!
Este hombre quiere dejar de trabajar, que ya cumplió. Ahora dice que se hace hortelano en su tierra, que tiene parcela. Y como no lo aprendió de joven, quiere saber ahora de mayor. Y me pregunta a mí, ¡qué cosas! ¿no? En este mundo tal parece que las cosas no son lo que parecen, sino cualquier otra cosa.
Está visto que no puedo dejar los libros. Voy a ver qué tengo entre mis cosas sobre esa ciencia antigua, la horticultura. Seguro que los romanos algo escribieron sobre este particular.
¡Ahora que recuerdo! Hará unos veinte años otro paisano del barrio quiso poner invernadero como último recurso para salir del atolladero del paro. Entre maquinaria y urbanizaciones, le habían quitado el poco trabajo que siempre o nunca tuvo; sabía de entresacar remolacha, cosechar patatas, regar aquí y allí, segar alfalfa, en fín, esas cosas que por aquí siempre se dieron. No tenía parné. Vino a hablar conmigo de pedir subvención. Me enteré. Exigían un estudio detallado del asunto. Pedí ayuda a Ignacio, profesor de la materia. Vino un día con un montonarro de papeles. Aquella noche entera la pasé revisando proyectos de alumnos de INEA(1), y con todo ello inventé uno. Le dieron la subvención, pero yo no aprendí nada.
Ahora sigo sin saber; pero puesto que me preguntan, para responder volveré a estudiar. Algo tendré que decir.
De lo que tampoco sé y no puedo decir nada relevante es de lo que habla este otro señor, Ángel García Forcada. Pero si lo dice él y aquellas mujeres siguen entonando cantos, entonces tiene razón Juan Navarro en que el ser humano es lo más maravilloso que podemos encontrarnos, aunque necesite –necesitemos– un empujoncito para reconocerse y reconocerlo. Y también tiene razón, aunque se exprese con cierto empalago para mi gusto, José Arregui; lo dulce no quita lo profundo.
Callaré, pues, y sólo apuntaré una cosa más para terminar: algo tan valioso como el ser humano es, sin embargo, sumamente delicado y frágil y o se le cuida o puede destruirse. Anna Jorba así lo avisa.


* * *

Mientras tecleo estas líneas llega la noticia de que ETA abandona las armas. Quiero creerlo, pero me cuesta. Deseo pensar limpiamente, y no lo consigo. Necesito asegurarme de que no hay truco, y me salen sin forzarlos muchos, demasiados. A estas alturas ¡cómo fiarse de su palabra!

Pasó una piedra que lanzó una honda;
pasó una flecha que aguzó un violento.
La piedra de la honda fue a la onda,
y la flecha del odio fuese al viento.

La virtud está en ser tranquilo y fuerte;
con el fuego interior todo se abrasa;
se triunfa del rencor y de la muerte,
y hacia Belén... ¡La caravana pasa!
Rubén Darío
 
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(1) Instituto Nevares de Empresarios Agrícolas. Actualmente rebautizado como Escuela Universitaria de Ingeniería Agrícola INEA, dependiente de la Universidad de Valladolid. [http://www.inea.uva.es/]

1 comentario:

  1. El tema importante del dia es el abandono de las armasde ETA...con cautela queremos que así sea y se abre una puerta a la esperanza...¡ahora si!
    Gracias por nombrarme, es ser humano tiene solución, tiene valores y creo que no todo está perdido, aunque muchas veces no lo parezca.
    Deso que sigas bien.

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