Real como la vida misma


En mi última entrega en A. Elblog de la sopa metí de rondón a un personaje sin pretenderlo, e indebidamente: Rompetechos.
Las chicas quizás lo consideren un extraño, tal vez porque aquellas historietas parecen ser más propias de chavales. Quizás me estoy equivocando. Pues, mejor.
Este personajillo es una creación del humorista Francisco Ibáñez, y no falta, faltaría más, ni siquiera en Wikipedia:
“Rompetechos es cabezón, bajito, miope y despistado, siendo su nombre una ironía sobre su escasa altura. Las historietas nos cuentan la vida de este personaje en la que se suceden situaciones graciosas provocadas por su falta de visión.
El esquema habitual de una historieta de Rompetechos suele ser el siguiente: El personaje tiene la necesidad de hacer o comprar algo, por lo que empieza a ir de un lado a otro provocando multitud de desastres debido a que su falta de visión le hace confundirlo todo (por ejemplo; confunde a un joven melenudo con una margarita y procede a "arrancarla" o a un hombre disfrazado de vikingo con un ciervo e intenta cazarlo, etc.) Si lo que intenta es comprar algo invariablemente leerá mal todos los carteles (por ejemplo "cabañas usadas" en lugar de "castañas asadas") y luego tendrá un diálogo surrealista con el empleado de la tienda. En estos casos Rompetechos usualmente agrede verbalmente a aquellos que él piensa que le están tomando el pelo. Finalmente, la situación termina haciéndose insostenible y acaba de forma violenta: normalmente el tendero expulsa de una patada a Rompetechos.”

No obstante de ficción tiene bien poco, y creo que es tan real como sus vecinos de al lado, en ocasiones incluso compañeros de aventuras y de desaguisados: Pepe Gotera y Otilio, chapuzas a domicilio.
Yo, sin ir más lejos, me veo en él reflejado, y no pocas veces, lo aseguro. Y no digamos en el Pepe, pero esta vez no toca hablar de él. Será en otra ocasión.
Como Rompetechos, mi zona superior abulta sobremanera. Lo he comprobado al probarme sombreros de otras personas de mi misma estatura. ¡No os hacéis idea lo que me cuesta embutirla en el gorro de baño, y eso que es elástico! No me cabe la menor duda: soy cabezón.
Pero también cabezota, como Rompetechos. Tanto me da que me da lo mismo, sean como sean las cosas, si yo las veo así, son asín. Y va a misa…
Tampoco en altura soy muy diferente. Y con la edad, menguando. Así que mediano de estatura tirando a bajo. Para coger cosas de arriba necesito inevitablemente subirme a una silla. Y como tengo mucho despiste luego no limpio el asiento; así mi huella inferior adorna todo el sillerío de mi casa. No veáis que sofocón cuando digo a las visitas, sentaros por favor…
Miope, miope, propiamente no. Pero ya calzo lentes, para cerca, por supuesto; pero también para lejos, aunque menos. Recién levantado de la cama como que todo está borroso. Pero no mejora con el tiempo, se emborrona mucho más. Así que si me levanto por la noche ni doy la luz, así a tientas me defiendo.
Atrevido, no tanto como el Rompetechos. Pero, tímido que soy, a veces se sobrepongo en un arrebato de autoafirmación, y me paso… Como cuando mi médica, en cierta ocasión, me animó al tuteo. Bien. Cuando volví a los doce meses, respondí a su saludo ¡bien y ¿tú! y al silencio que siguió entendí que no era eso lo que me dijo. Y es que no sé mantener las distancias, no suelo llegar; pero alguna vez… me fumo varias manzanas.
Confundir también se me da muy bien. Pero que nadie crea que me sienta confundido, qué va; más seguro que un ocho, hago afirmaciones que me salen, así sin pensar ni razonar. Y no es raro que en una conversación en la que tercie, tras mi aportación se siga un espacio… vacío. ¡Qué habré dicho! me pregunto a veces. Y si hay confianza y la pregunta me sale en alto, me responden y compruebo que lo que dije no tiene nada que ver con lo que pensé. Y entonces rectifico. Por ejemplo, el otro día en misa dije que íbamos a cantar en la página 12 del cancionero una canción. Mi gente callaba y me miraba. Levanté más la voz y repetí, página 12. Como todo seguía igual, dije chillando, ¡do-ce, página do-ce! Por fin miré bien la página que tenía delante y comprobé que la canción de marras estaba en realidad en la 34. Y así muchas cosas que si contara…
Debo tener bastante buena capacidad auditiva, al decir de mi doctora preferida que me hizo una vez una prueba al respecto. Pero ocurre que cuando estoy en la hinopia y me dicen algo, contesto cualquier cosa sin atender al asunto. Cuando luego me exigen el cumplimiento, no sé de qué cosa se trata. Entonces cabezón alego que no me lo habían dicho, que nada sabía de ello. Te lo dije, y tú dijiste que bueno. Y en esas estamos. ¿Seré despistado?
Metapatas como Rompetechos, también un poco. Un osado, es lo que soy. Sin acogerme a la protección de nadie, me meto en algunos berengenales de los que para salir he de hacerlo con algún quebranto. Claro que la sangre nunca llega al río, entre otras cosas porque de aquí al Pisuerga hay más de un kilómetro, y mi capacidad sanguínea no da ni para cien metros.
Soy imaginativo, a pesar de todo. Y no es infrecuente que en esos mis atrevimientos adivine una salida ingeniosa, que disimula por una parte mi ignorancia, y por la otra resuelve satisfactoriamente el asunto. Con lo que suelo quedar como un arreglatodo a domicilio. Por esto es por lo que debe ser que me llaman tanto para un roto como para un descosido. ¡Menudos rotos y menudos descosidos!
Y, para que no termine esto como un rosario de la aurora, soy, finalmente y también, un chulo, como Rompetechos. Esto no es de natural, que soy de Palencia y por allí no se estila. Digo yo que si lo habré tomado de Pucela, que dicen que los de aquí lo son. Se me habrá contagiado a fuerza de convivir con ellos. Ya dice el refrán que dos que duermen en el mismo colchón se hacen de la misma condición. Aunque como yo duermo solito, me irá más este otro: El burro no es de donde nace, sino de donde pace.
Pues hasta en eso doy la talla. Tengo más pelo, o por lo menos tanto, que un burro. Mi peluquera favorita me lo recuerda cada vez que voy. ¡Jo, qué pelo! Y va y mete mano… digo tijera.

6 comentarios:

  1. Ya decía yo que me sonaba! Rompetechos... a mi me gustaba leerlo pero siempre padecía por el y por sus circunstancias. Mortadelo y Filemón, si si ya voy recordando.. la verdad es que era mi hermano quien los leía y se partía de risa, y nos contagiábamos de verlo.

    La verdad es que me gusta mucho como escribes, lo cuentas tan bien, que es como si te tuviera delante y te conociera de toda la vida.

    Lo que hubiera dado Rompetechos por parecerse a ti!

    Petonets

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  2. las fotografías son para sacarse el sombrero, preciosas.
    Se me olvido de decírtelo

    :)

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  3. Ya me parecía a mí que esas historias eran para chicos. También leía alguna vez historias para chicas, pero no me reía tanto con ellas.

    Contar es muy fácil. Lo complicado es fabular. Por eso nunca publicaré nada que interese.

    Gracias por venir y estar. Achuchón bien fuerte, pero sin pasarme.

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  4. Ja, ja, ja , pero qué gracia tienes Míguel,¿ como va a ser el TBO solo de chicos, con la "rue del percebe" y todos sus personajes" es universal, unisex; pues lo mismo que El Capitán Trueno, Roberto Alcazar y Pedrin, etc...
    Mira por donde nos sale a estas alturas.

    Y de lo demás pues no te diría yo que no eres un poco chapuzas y despistado, pero esos otros improperios que has ido añadiendo a tu persona , como que no.
    Tú atrevido?, pero si eres mas ingenuo que el asa un cubo, si te pasan mil cosas porque no te enteras de que tu forma abierta y sin dobleces de hablar te hace meter la pata por tu "falta de maldad".
    Lo de cabezón, si yo tengo una microcabeza y también tengo problemas para meterme el gorro de natación, y si no pregúntale a Julia las peleas que tiene con el dichoso gorrito.

    ¡Qué no te vuelva yo hablar de tu persona en esos términos! eres un buena persona, un tipo estupendo y no sigo porque enseguida se me notaría que te quiero mucho y que no sería objetiva , bueno ¿y qué pasa si no lo soy ? jopelines.

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  5. A mi me gustaban las Hermanas Gilda. Rompetechos llamábamos a nuestro profe de taquigrafía porque era bajito pero más chulo que su tocayo del TBO y...¡con la posibilidad de suspender al personal!.

    Anda Míguel que no es para tanto aunque sean verdad algunas de las cosas que cuentas.

    Besos

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