Hay preguntas que no merecen
contestarse, pero en ocasiones se hace necesario darles respuesta, aunque lo
que en realidad nos gustaría es decirle a la persona que interroga si está
tonta, o está tonta.
Por supuesto que al hacer esta
pregunta, planteada en un diario de ámbito estatal, que a su vez lo toma de un medio internacional, nadie pretende enterarse de
en qué estábamos entretenidos el día 11 de septiembre de 2001 a la hora de
comer, más o menos. Intenta hacernos caer en la cuenta de la importancia que le
hemos dado al ataque contra el Center neoyorquino y otros lugares estratégicos
de EEUU de América del Norte.
Parten del presupuesto, -esto lo
supongo, que no lo sé-, de que tal hecho ha marcado por entero la vida de todo
ser humano. Y casi seguro que no se equivocan. Pero, planteada así la
preguntita, tiene bemoles.
Por supuesto que recuerdo aquel día,
como recuerdo dónde estaba, con quién, qué hacía, y qué hice a partir de aquel
momento. Ya lo he narrado en este blog, y también he expresado lo que se me
ocurrió a partir de las imágenes que recibí y luego de la información que pude
recabar. Todavía, diez años después, sigo perplejo.
Hay momentos de mi vida que no olvido.
De unos recuerdo fechas, de otros circunstancias de lugar y modo, de la mayoría
unos detalles significativos. Supongo que esto se debe a la manera como han
influido en mí, a la trascendencia que han supuesto para mi vida a partir de
ese momento, de lo ansioso que estaba porque sucedieran o de la sorpresa con
que los recibí y digerí.
Este hecho, el 11 S, no pertenece a
ninguno de ellos. Es punto a parte. Vivo en la creencia de que no ha tenido
ninguna repercusión en mi persona, a pesar de que el mundo y la historia han
quedado marcados para siempre. Tal vez me ocurra que aún no he terminado el
período de duelo que los expertos afirman que si no se concluye correctamente
sigue ahí coleando per saecula saeculorum. Tal vez.
Los hechos que recuerdo como
significativos de mi existencia, y de cuyas circunstancias podría pormenorizar
detalles nimios, son estos que ahora voy a enumerar por orden cronológico:
- El día que maté un pollo con un palo
y mi tía Susi me encerró en el ropero. Menuda regañina le endilgó mi madre
cuando llegó a casa. Tenía cinco años, vivíamos en una finca a las afueras, y
mi madre no echó aquel día a su hermana de casa de purito milagro.
- Mi primera comunión. Fui feliz,
rodeado de mi familia más cercana. Un auténtico “ángel”. 19 de mayo de 1955.
Siete añitos recién cumplidos.
- Mi primera noche en el convento.
Todos me habían felicitado cuando dije que me iba para allá, pero entonces me
la pasé entera llorando bajo las sábanas.
- El día que me salí del convento. Más
contento que unas pascuas. Lo malo fue que todo el resto se lo tomó muy mal.
- El día que me enamoré como una cosa
tonta. Como para no recordarlo, con el subidón que tuve y lo que me duró tal
trauma. No cuento más, top secret.
- El día que me llamó mi madre para
decirme que mi padre tenía cáncer. Tenía yo 22 años y estaba de exámenes de
junio. Año 1970, si error.
- El día que me dijo Don José, mi
Arzobispo, que el domingo de la semana siguiente me ordenaba. Era sábado, 7 de
junio de 1975, 17:30 horas. ¿Sabéis lo que es preparar algo de festejo y avisar
a las amistades en tan poco tiempo? Ahora las cosas se hacen con un año mínimo
de antelación. ¡Tiempos!
- El día que Don José me ordenó: 15 de
junio de 1975, en la catedral. ¡No me lo creí! ¿Yo cura?
- El día que celebramos la Eucaristía
en la vaquería travestida de capilla. Fue en el patio porque no cabíamos en
otro sitio. Fue el 29 de junio de 1981 y hacía un sol de justicia. Un día
completo, tras varios meses de mucho trabajar en derribos y similares.
- El día que me nombraron párroco de
una parroquia sin iglesia, algo así como capitán de barco sin ni siquiera
barquichuela: 15 de agosto de 1984, y me acompañó José Velicia.
- El 11 de mayo de 1999 ofrecí a mi
Arzobispo, Don José, un templo nuevo que entre todos habíamos construido, para
uso parroquial. Nadie nos dio un duro, tampoco yo daba una peseta por nuestro
proyecto cuando nos lo planteamos. Pero lo conseguimos.
- El fallecimiento agónico de mi
madre. Un sábado, vísperas de La Ascensión. Eran las 20:00 horas del 7 de mayo de 2005.
- La dormición de mi padre (sic), un
domingo, a las 12:30 horas. El 10 de julio de 2005. Dejé el altar vacío y a mi
gente esperando, y salí escopetado. Me llevaron en volandas.
Tengo espacio disponible, pero ya no
espero que me ocurran sucesos que merezcan la pena tomarse la molestia de
anotar. Eso creo al menos.
El 11-S, como el 11-M, cabe la
posibilidad de volverse a repetir, habida cuenta de que según la ley de Murphy
todo lo malo que pueda suceder, con toda seguridad sucederá. Llevo tiempo armándome
para que ya nada me sorprenda.
¡¡Parece mentira que ya hayan pasado 10 años!!... a mí me recordó al mito de Babel en versión moderna.En cuanto a los momentos significativos de tu vida... ¡silencio respetuoso!. Un abrazo
ResponderEliminarSiempre pregunta la misma tontería, reflejo seguramente de nuestra estulticia y nuestro egoísmo: ¿dónde estabas? Es decir, si estabas en la playa, en la oficina o en el supermercado. No interesa en qué punto del camino, es decir, si eras más o menos justo, más o menos crítico, más o menos generoso, más o menos feliz, más o menos amable,... En fin, así es nuestro mundo, una sucesión de hechos por los que se cobra o paga.
ResponderEliminarPues claro qué me acuerdo, pensé en lo que estaba pasando y las repercusiones que vendrían, en la venganza de los provocadores; desgraciadamente no me equivoque.
ResponderEliminarTambién me pregunto en como sería un mundo, sin bombas, ni tiros, ni guerras; en qué tienen que ver la población civil de Afganistán, Irak con el Sr. Bush, y su política justiciera en contra del terrorismo, etc, etc....
Cuando se incluyan en los homenajes los millones de personas que han fallecido como consecuencia del atentado en todo el mundo, la comprensión será justa; mientras tanto, mas de charanga y pandereta pero a lo americano.
Besos
¡Que hermosos recuerdos! ¡Que memoria la tuya!
ResponderEliminarHay fechas también llenas de gran dolor, y lo más triste es... que hemos aprendido poco y por lo que nos ronda... quizá se repitan.
Triste incomprensión entre los sers humanos... cada cual, creemos estar en posesión de la verdad.
Un abrazo de esta personilla que no te olvida y de vez en cuando te visita.
Un abrazo entrañable.
mª pilar