¡Cielos, un agujero en la pared!

¿Cómo se nos pudo pasar? Me resulta de todo punto inexplicable que, tanto al profesional que contraté, como a mí mismo, se nos colara por todo el centro de la portería ese orificio de semejantes dimensiones. Porque ¡hay que verlo de cerca para reconocer que es un agujero de tamaño natural.
Es verdad que este viejo edificio, -doblemente envejecido por la pobreza de los elementos que lo forman y por su muy rudimentaria y elemental construcción- es en realidad un colador disimulado. Cuando lo conocí, allá por el 81, ya presentaba por todas sus paredes remiendos y parches, producto de las diferentes y sucesivas modificaciones que sus ocupantes anteriores había ido haciendo a lo largo de su dilatada existencia. Los que entramos a saco en aquella ruina destruimos más que otra cosa, tirando paredes y desmontando pesebreras, para dejar diáfanas y espaciosas salas donde había pequeños cuartos y cuchitriles. Agrandamos los pequeños ventanucos e inventamos escaleras, pusimos puertas donde no había y robustecimos los muros con lucido de mortero de cemento. Porque donde sólo entró cal y arena, a poco que se rasque con la uña, agujero seguro. Así que de estos tapamos por millares.
 El caso es que el miércoles por la mañana entré en el hogar para echarle un último vistazo, ya que el jueves, o sea ya hoy, reanudan las usuarias su actividades habituales. En cuanto lo hice, lo vi. Y viéndolo, no me lo creía. ¿Un agujero en la pared? ¡Un agujero, cielos! Ni yo lo descubrí antes, y por lo tanto no lo tapé; ni el profesional de marras se percató de que la brocha no disimulaba con pintura la oquedad. ¡Vaya cuatro pares de ojos! Porque los dos usamos lentes.
No hubo lugar para más; contra pereza palos en la cabeza. Detectado el mal, había que ponerle remedio. Manos a la obra.
Resuelto el problemilla, la reflexión debería llegar a continuación. Vamos a ver si sale…
¡Si no ha sido nada! Lo justo para ir tapando agujeros. Esta suele ser una respuesta socorrida de alguien que ha sido beneficiado por la suerte en la lotería o en las quinielas.
También tapan agujeros muchas empresas en la actualidad, que se van quedando en cuadro por el despido de mano de obra necesaria pero no mantenible. Donde antes trabajaban veinte, ahora se quiere hacer lo mismo con diez; y claro, apenas se consigue ir tirando malamente, es decir, simplemente tapando agujeros. Y que conste que de hospitales, ambulatorios y colegios no quiero hablar, palabra.
Agujeros sin tapar es lo que tienen ahora muchas familias, que no llegan con el sueldo que entra en la caja doméstica apenas al día veinte de cada mes. No es broma: las treinta y una toneladas de alimentos que recibimos en junio, excedentes agrícolas de la CE, son historia. ¿Cuántos agujeros se habrán tapado con ellos? Pues no ha sido suficiente tal cantidad de comida, porque aún quedan…
Agujeros no tapados, sólo disimulados, constituyen una constelación que no creo pueda calcularse. Me han soplado al oído que han disminuido los divorcios porque las parejas no pueden costear una vivienda más y unos gastos adicionales por vivir separados. Así que… más que de agujeros puede hablarse de pozos de enorme profundidad.
Antes, cuando yo era niño, los agujeros en la ropa se solucionaban con un remiendo. Si éste se daba en la clase pudiente, se encargaba un trabajo fino y el zurcido salía caro, pero invisible. Ahora eso ya no se hace en casa, porque ya nadie, o casi, sabe coser. En mi barrio están proliferando las tiendas de secosetodo y a la parroquia llegan muchas menos bolsas de ropa usada para repartir.
Y termino con este agujero horripilante. El FMI dice que hay que seguir echando dinero a la banca, si se quiere evitar un nuevo colapso, porque el abismo fagocitador no para de devorar nuestra pobre riqueza.
¡Con lo fácil que es tapar un agujero en una pared!

3 comentarios:

  1. Sólo vengo a reprenderte. Has dejado dicho que no eres poeta, ni rapsoda, ni juglar,... Juglar es difícil, eran de otra época. Rapsoda, no lo sé, tendría que oírte. Pero no me parece justo que digas que no eres poeta. Quizá no escribas en líneas cortas (hoy es frecuente escribir en líneas cortas y proclamarse poeta) pero un poeta no siempre escribe en líneas cortas; a veces, ni escribe.

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  2. Te ha quedado muy bien lo de tapar el agujero de la pared.
    De otros agujeros tampoco yo quiero hablar que ya lo has dicho tu y "a buen entendedor con pocas palabras bastan".

    Besos, mañana para Madrid, me ha dicho la Inspectora que tengo que pendonear un poco, no se me mosquee nadie, es en el buen sentido de la palabra, bueno si quieres tengo que airearme con CO2.

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  3. ¡Vale, Juan!, retiro lo dicho. Acepto tu reprensión. Pero mucho me temo que volveré a las andadas.


    Laura, como llego demasiado tarde, ya sé que fuiste, viste, y venciste. Y volviste sana y salva, que era lo auténticamente importante.

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