La JMJ 2011


Cuando hace algo más de un año se planteó en nuestras reuniones de trabajo que había que participar en la Jornada Mundial de la Juventud que se iba a celebrar en Madrid, no parecía que hubiera en el grupo de compañeros demasiado entusiasmo. Yo, no tenía ni pizca.
Éramos conscientes de que había sido una pretensión personal del Cardenal Rouco Varela, y que lo había conseguido poniendo en ello todo su empeño. No había contado con el resto, y ahora había que colaborar.
Habida cuenta de que yo ni pinchaba ni cortaba, se mantuve entonces consciente y estúpidamente al margen. Y así sigo.
No me gustan las expresiones de la fe invadiendo el medio público. Sé que en esto nado contracorriente, pero no puedo evitarlo, ni quiero. A pesar de que es costumbre arraigada y de que lo hace todo el mundo, cualquiera que sea la sensibilidad, siempre que interese.
Hay pueblos de mi tierra en que gustan de pasear a sus santos por las calles. La población entera, desde recién nacidos, están adscritos a cofradías que visten, honran y sacan en andas tallas e imágenes vestidas, y se ufanan incluso de conseguir, si la ocasión lo requiere, quienes contribuyan a hacerlo ante la falta de personal del propio pueblo. Los festejos religiosos, invadido el caserío, terminan con la comida de hermandad, al que llaman “refresco”. Lo da el mayordomo, el que sirve al santo o a la virgen ese año. No hay distinción de creyentes o ateos, de izquierdas o derechas, de ricos o proletarios, de varones o mujeres.
Afortunadamente cuando estuve en pueblos mis anteriores compañeros ya había acabado con aquellas costumbres, reconduciéndolas convenientemente. Creo que ahora han vuelto a rescatarlas del olvido.
Me molesta, y no sabría explicar por qué, que en Semana Santa, en el Corpus, el día de la Patrona, las calles de mi ciudad queden ocupadas por un cortejo que no parece de estos tiempos. El rosario de la aurora, anunciado a bombo y platillo, martillea inmisericorde a los vecinos de la zona centro, a golpe de megáfono que recita un Ave María que más parece grito militar que plegaria piadosa.
En fin, que los creyentes, cristianos o de cualquiera otra fe, no tenemos que ir por ahí imponiendo más que exponiendo lo que decimos que es nuestra religión. Ya vamos siendo mayorcitos.
Por eso, un macro manifestación, a nivel nacional, con el Papa a la cabeza, no me dice sino lo contrario de lo que afirman significa. Tal ocurrió en Valencia, en Barcelona y en Santiago de Compostela.
En mi vida he sido visitado por tres arzobispos: Don José Delicado, Don Braulio Rodríguez y Don Ricardo Blázquez. Con ninguno han sonado tambores, ni ha habido cortejos. Han llegado discretamente, han visitado nuestro lugar, han hablado y han escuchado, hemos celebrado y se han marchado con la misma discreción con que vinieron. Era un asunto entre “nosotros”. Luego hemos hecho la valoración oportuna, y de su visita pastoral hemos aprovechado todas sus consecuencias, positivas, por supuesto.
Durante estos últimos meses he leído de todo, a propósito de la JMJ madrileña. A favor y en contra. De políticos, periodistas, personajes de la cultura y del pensamiento, gente de la calle, en fin, aquí cada quien tiene ya hecha su propia valoración. Incluso el endodoncista que me engatilló 280 € por una intervención, y con descuento porque iba recomendado por mi dentista favorita, me preguntó a brote pronto y mientras mantenía mis mandíbulas tan abiertas que más parecían desencajadas, que qué pensaba de la visita del Papa, para añadir a continuación que suponía demasiado gasto para nuestro país. No me dejó decir ni palabra, así que emití un simple quejido por respuesta.
Conscientemente se dicen mentiras sobre ese particular, y de esa manera se arrima la sardina al ascua de los propios intereses. La primera de ellas, decir que es una visita del Papa. No; se trata de la reunión a nivel mundial de jóvenes católicos, que el Papa gusta de presidir, pero de la cual él no es el principal sujeto, y ojalá no tenga la ocurrencia ni siquiera de parecerlo. La segunda es el coste y sobre quién recae, y por ahí deben estar las cuentas.
Que jóvenes peregrinen de los “cinco” puntos cardinales y se junten en un lugar no parece molestar a nadie. Eso tengo yo entendido desde mi juventud, cuando el Festival de Woodstock, el 15 de agosto de 1969. El último ocurrido en mi tierra tuvo lugar en Gredos, y también vinieron muchos, de lugares lejanos. Y nadie le sacó punta al asunto.
Sin embargo en este caso se habla de jóvenes manipulados, “ñoños”, pertenecientes a lo más tradicional y meapilas que se pueda uno imaginar. En fin, un desastre de juventud, que menudo futuro nos espera. Se habla de gastos de limpieza y de intendencia, de uso de edificios públicos, de ingerencia en la política, de dominar y/o recuperar otros tiempos de catolicidad.
En fin…
Si pudiera hacer una lectura diferente de la JMJ 2011, al margen de lo que hasta ahora he escuchado, la haría. Pero no soy capaz, porque me he mantenido al margen de ella,  consciente y estúpidamente. No obstante ofrezco esta exposición con firma, por supuesto. El autor es José Cristo Rey García Paredes, religioso Misionero Claretiano. Doctor en Teología. Catedrático de Teología de la Vida Consagrada en el ITVR de Madrid. Profesor en los Institutos Teológicos de Vida Religiosa de Manila y Madrid. Catedrático de Teología de la Vida Consagrada de la Universidad Pontificia de Salamanca y actual Director del Instituto de Vida Religiosa de Madrid.

 

La JMJ 2011: ¡una lectura apocalíptica!



La Jornada Mundial de la Juventud es un gran acontecimiento eclesial. Su celebración se debe a la iniciativa del Papa beato Juan Pablo II. En sus diversas ediciones se ha convertido en un momento de inspiración, creatividad artística, espiritualidad, encuentro entre jóvenes de todos los continentes. Ha suscitado un voluntariado que llama la atención y una capacidad organizativa admirable. Quienes participan en el evento muestran, en principio, la voluntad de vivirlo en todas sus dimensiones. No obstante, la JMJ es objeto de diversas lecturas: unas a favor, otras en contra. He sentido la necesidad de hacer de ella una lectura apocalíptica. El Apocalipsis es la última Palabra de Dios, en la cual el Espíritu nos ofrece las claves para interpretar proféticamente los acontecimientos históricos. Y éste es uno de ellos.

Los siete sellos

Nos encontramos en un momento especialmente convulso. Se recurre a la palabra “crisis” con los adjetivos de “económica”, “financiera”, “sistémica” o “de valores”, para describir lo que está pasando. En la búsqueda de motivos emergen las interpretaciones más diversas y también más interesadas. Cada uno arrima el ascua a su sardina. Quienes dicen tener las claves de la solución, ¿la tienen de verdad?

El libro del Apocalipsis presenta una situación semejante con el símbolo de los siete sellos. Los cuatro primeros corresponden a los cuatro jinetes, cada uno de los cuales monta un caballo de distinto color: blanco, rojo, negro y amarillento. El primero lleva una corona, el segundo una espada enorme, el tercero una balanza y el cuarto trae la muerte y arrastra el infierno (Apc 6, 1-9). El poder se convierte en instrumento de guerra, de violencia, de injusticias económicas, de muerte. Esta situación afecta a toda la humanidad y al planeta. Los cuatro jinetes son aquellos poderes mundiales que favorecen la cultura de la muerte.

Sin embargo, hay mucha gente que pide justicia. Las víctimas forman parte del altar de Dios. A todas ellas se les ha dado un vestido blanco y se les pide paciencia.

Mientras tanto llega el “dies irae” para los detentores del poder , que lo han administrado injustamente (el quinto sello). Se ocultan, huyen despavoridos. En ese mismo día surge un nuevo pueblo: los marcados de todo Israel, y los vestidos con ropas blancas, que llevan palmas en las manos y proceden de toda raza lengua y nación (el sexto sello). Todos cantan la Victoria de Dios (Apc 6, 9-17; 7, 1-17).

El séptimo sello es un tiempo de silencio, como un sábado santo… ¡a la expectativa!, que da lugar a una acción liberadora de Dios.

Este es el tema central del Apocalipsis en cada una de sus partes: la victoria de Dios -sentado en el Trono- y del Cordero -Jesús muerto y resucitado- sobre los laberintos diabólicos de la injusticia, de la violencia, de la muerte. Este tema es reinterpretado en los siguientes capítulos con otras imágenes (la mujer que va a dar a luz y el dragón que quiere devorar a la criatura que nace, la ciudad prostituida y la nueva Jerusalén) y otros símbolos septenarios (las siete trompetas, las siete copas).

La apocalíptica es lenguaje de pasión amorosa y maximalista, no se detiene en los matices, ofrece soluciones de emergencia y no espera los plazos largos. La apocalíptica es obstinadamente anti-idolátrica. Por eso, condena a los tres grandes ídolos que seducen a la humanidad: el poder, el sexo y el dinero.

¿Quiénes son y de dónde han venido? (Apc 7, 13)

¿Cómo contemplar la ciudad de Madrid en los días de la JMJ 2011? Como una suave y pacífica riada llegan a esta ciudad desde los cuatro puntos cardinales jóvenes de toda raza, lengua y nación. Madrid, y antes, otras ciudades de paso, se convierte en la ciudad de la hospitalidad, de la acogida. Más todavía, Madrid será una ciudad-templo para miles y miles de jóvenes. Ellas y ellos orarán en lugares públicos y privados. Los espacios laicos quedarán consagrados por la invocación al Espíritu, por el clamor “¡Ven, Señor Jesús!”, por la plegaria de miles de voces clamando “Padrenuestro que estás en los cielos… ¡Venga a nosotros tu Reino!”. Madrid despertará, todavía más, para Dios. Habrá festivales alternativos, canciones trascendentes y simbólicas, arte a raudales en los cuerpos jóvenes. Será por unas horas la Ciudad de la Alianza de Dios con los jóvenes de este planeta. Sí. Por unas horas y días Madrid será una ciudad-espectáculo para el mundo de buena voluntad, un pequeño reflejo de la nueva Jerusalén, que bajará de cielo al menos por unas horas y un impulso para que se establezca la paz, la justicia, la justa distribución.

Me encontraba hace unos días, con dos de mis hermanas, en la Basílica de Santa María del Mar, en Barcelona. Nos preparábamos para la celebración de la Eucaristía. Nos vimos sorprendidos por una silenciosa invasión de más de un centenar de jóvenes de Hong Kong, que se maravillaban ante la belleza del templo y pronto asumían una actitud orante y contemplativa. Fue aquí donde yo descubrí que también en Hong Kong -que tantas veces he visitado- Dios se ha elegido un pueblo y entre ellos, muchos jóvenes.

Las trompetas apocalípticas han llamado a la JMJ y muchos jóvenes las han escuchado. No vienen a hacer mal. Tampoco en plan de proselitismo. No quieren plantar la guerra a una sociedad en la cual no pocos están divorciados de lo divino. Simplemente, vienen a encontrarse desde los cuatro puntos cardinales, desde los cinco continentes, y a sentir el aliento del Espíritu, que llena la tierra.

El dragón se detuvo delante… para devorar (Apc 12, 4)

El dragón nunca está solo. Tiene consigo un ejército. Actúa de muchas maneras: da la cara, pero también se infiltra. El Apocalipsis nos habla de dos colaboradoras de primera clase: la primera Bestia a la cual el Dragón le entrega su poder, su trono, su poderío, que se hace adorar y parece invencible (Apc 13, 2); la segunda Bestia, parece un cordero pero habla como serpiente, realiza grandes signos aparentemente religiosos, seduce a la idolatría y marca a la gente con la señal de la primera Bestia (Apc 13, 11-17).

Cualquier iniciativa de Dios encontrará siempre oposición externa o interna. El dragón quiere devorar la vida que nace. Para ello se sirve de muchos medios y todos ellos propuestos con argumentos aparentemente luminosos y acertados. Por eso, la JMJ 2011 ha estado amenazada y lo seguirá estando. Amenazas exteriores por parte de quienes desean que fracase y la atacan desde diferentes frentes (la defensa del laicismo, el argumento económico y policial, el resabio antirreligioso…). Amenazas interiores por parte de quienes como Judas se preguntan “¿para qué este despilfarro? (Mc 14, 4), o por parte de quienes utilizan el evento para sus intereses (culto a la personalidad, ostentación del poder grupal, exhibición y búsqueda de escenarios o primeros puestos o compensaciones afectivas…). Es decir, el Maligno seductor se hace también presente y quiere devorar la criatura que puede nacer. Y puede servirse de cualquiera. ¿Estaremos de parte del Dragón, de la Bestia? O ¿sólo nos mueve el Espíritu de Jesús y del Abbá? Es tan importante, liberarse de los prejuicios, de los propios esquemas y dejar que el Espíritu nos transforme… ¡para mayor gloria de Dios y de su Alianza con la humanidad!

El que está sentado dijo: “Voy a hacer nuevas todas las cosas”

Lo viejo es viejo. Lo envejecido difícilmente puede renovarse. Hay que nacer de nuevo. Un encuentro “evangélico” de la juventud mundial le pone fácil las cosas al Espíritu Santo. La novedad que traen consigo los jóvenes, todavía no contaminada por tanta malicia como nos acosa, es muy susceptible a la acción del Espíritu Santo. Ellas y ellos no tiene los prejuicios que a los de más edad nos cierran las puertas de la renovación. Su papa es este Papa. Su Iglesia no es el Vaticano II, sino esta Iglesia. Se sienten atraídas y guiados por los pastores jóvenes de este tiempo. Lo que les atrae no es aquello que a nosotros nos atrae. ¡Es la nueva generación!

Y con esta generación de jóvenes el Abbá está en Alianza. Jesús nos dice que “nadie la arrebatará de su mano”. El Espíritu Santo lucha en ellas y ellos para vencer a los malos espíritus que los acosan.

Esta lectura apocalíptica del acontecimiento, nos invita a “creer”, a “confiar”, a reconocer que Dios es más grande que nosotros, a acercarnos a los jóvenes -cambiando nosotros nuestros esquemas y abandonando nuestros prejuicios-.

La “crisis” es menos “crisis” cuando los jóvenes vislumbran un futuro, un nuevo sistema, una nueva civilización. La crisis es menos crisis cuando se renuncia a montar en los caballos del poder, de la avaricia, de la violencia, de la muerte. La crisis es menos “crisis” cuando uno se deja vestir de blanco, se reúne con toda la humanidad en hermandad y clama por la venida del Redentor.

En estos días Madrid puede ser la Ciudad de Dios. Habrá en ella destellos de la nueva Jerusalén. Madrid estará tomada por el Espíritu Santo y por una Iglesia joven (“La Novia”).

“El Espíritu y la Novia dicen: ¡Ven! Y el que oiga que diga: ¡Ven! El que tenga sed, que se acerque; el que quiera, recibirá gratis agua de vida… Sí, voy a venir pronto. Amén. ¡Ven, Señor Jesús!” (Apc 22, 17.20)

3 comentarios:

  1. Dejo deseos de que goces una buena semana!!!!!!

    Y que...

    "Mires todo lo bello , hasta en la tempestad"
    (web)

    Saludos

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  2. Teologos tiene la iglesia, y también fieles que no necesitan manifestaciones de naturaleza semejante a la de Madrid para sentir la religiosidad.

    Me quedo en el campo contemplando la maravillosa creación que nos es regalada cada día.


    Besos

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  3. Me encantan el Sagrario, la Cruz y la Pintura que presiden el altar de la parroquia.
    SALUDOS.

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