Haciendobalance

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Hoy hemos terminado la obra de reposición de tuberías que nos ha tenido ocupados los últimos días. Hemos trabajado (ha trabajado él) y hemos hablado mucho, mi fontanero favorito y servidor. Y llega la hora de hacer resumen y finiquitar la cuenta.
Va él y me dice que cuando hace cosas en casa de sus familiares y amigos resulta un desastre, porque en lugar de esmerarse y dejarlo todo fino, cualquier cosa vale y al final siempre da lo mismo.
No le respondo, sólo me sonrío. Porque resulta que siempre que lo he necesitado aquí ha estado para lo que fuera necesario. Y nunca me ha clavado, al menos como dicen que hacen la inmensa mayoría de los fontaneros. Problema resuelto y en tiempo record, no puedo pedirle más.
Somos de opiniones diferentes, y coincidimos en lo que coincidimos. Si es de fútbol, que él lo vive con pasión, consigue envolverme con su entusiasmo por el Valladolid, milite donde milite, juegue contra quien sea, lo presida éste o el otro, lo entrene aquel o el de más allá. Pero cuando hablamos de los grandes, Barça y Madrid, hay que reconocer que le puede su pasado en territorio catalán.
Si hablamos de política, siempre va a derecho, aunque se distancie de quienes lo encarnan. Ahí tenemos el punto común, a partir de gente maja que se movió por La Pilarica. Suele ser nuestro asunto recurrente para no mostrarnos tan lejanos.
Y si es sobre religión, resulta que mucho se lo tenía callado, pero es fervientemente católico, a machamartillo. “El domingo llevé a mi nieto a la iglesia. Aguantó el tío todo el tiempo. Claro que yo no estuve en misa, no me dejó”. Fue  el comienzo de su otra frase: “En Cuatro Vientos, la mayoría no sabían ni dónde estaban. Salvo los de las primeras filas, el resto como que estaban de botellón. Esa no es manera de estar en misa”. Traté de hacerle ver que no estaba siendo justo, pero él concluyó: “Apagué la tele y me fui a una misa de verdad”.
No obstante me discutió el sentido de la JMJ. Le parece bien que se nos vea, que se note que somos multitud. Si la calle es de todos, ¡por qué no vamos a ocuparla de vez en cuando! Y si está el Papa, razón de más. Ese podría ser su pensamiento, no en balde es cofrade de la Santísima Vera Cruz. No aceptó, pues, ninguna de mis protestas, que las hubo.
Al final fue restablecido el abastecimiento de aguas en los locales parroquiales. Quedó tal cual estaba, a pesar de todo el follón que hemos montado para reponer tanta tubería obsoleta. Era estrictamente necesario, y había que aprovechar este tiempo vacío del mes de agosto. No quiero ni pensar lo que habría sido esto mismo, pero en invierno.
Y yo tan contento si esta instalación nueva dura otros treinta años. ¿Será posible?
(No se sorprenda nadie por la pretensión; el tiempo corre que se las pela, y treinta años no son nada… La otra vez tampoco pensamos durar tanto, y aquí está la prueba.)

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