Alguna vez ya he aludido a la facilidad con que algunas cosas se repiten en Internet, valgan o no valgan, enseñen o no, sean oportunas o caigan de pico sobre nuestras cabezas, tengan consecuencias o apenas pesen veintiún gramos.
Por principio me resisto, incluso me niego, a pasar la bola cuando me depositan en mi mail preciosidades cursilísimas con el apercibimiento de mil males si no las comunico a otras diez personas, porque el mundo no podrá resistir por más tiempo si no se hacen públicas y todo el personal vibra al unísono con tan altísimos saberes.
No se me ocurrirá decir que estoy de vuelta de estas cosas, paupérrimo de mí, pero cuántas veces me veo sin saber qué responder cuando una amabilísima persona me remite dulces historias y pensamientos con toda su buena voluntad, con la sana intención de ayudarme.
Termina el verano, y, como es natural, la vuelta al trabajo pilla a los cuerpos desacostumbrados a un horario fijo y a las almas las fuerza a la disciplina que olvidaron no hace tanto tiempo, sólo el suficiente. Vuelven los ordenadores a abrirse a la hora de costumbre, y empieza el trasiego de mensajes, fotogramas, reflexiones, ocurrencias, curiosidades y frases lapidarias, que te caen mismamente como piedras en tormenta de verano.
Dejo de lado la inmensa mayoría por tediosas, y selecciono sólo una, nada original por otra parte, repetida hasta la saciedad, pero con su chispa. Y aprovechando que hoy amanece poco iluminado, ¿será que agosto quiere despedirse discretamente?, en lugar de re-enviarla, la escribo aquí como expresión que recoge mis vivencias de un mes que me ha dado pocas satisfacciones, mucho trabajo y, ¡oh cielos!, silencio en todo mi alrededor.
«Nunca discutas con un imbécil,
te hará descender a su nivel y allí te ganará por experiencia»
te hará descender a su nivel y allí te ganará por experiencia»
[Que nadie se moleste en repetirla, ya está suficientemente multiplicada; exactamente 83.542 veces]
Tu frase y lo que leí no hace mucho sobre la etimología de imbécil me suscita este comentario.
ResponderEliminarImbécil, según el DRAE, vendría del latín imbecillis, palabra compuesta por im, sin, y becillis, diminutivo de bacullum, bastón. Bacullum, a su vez, procedería del griego baktron, bastón. Por lo tanto, imbécil describiría a la persona que, por su edad, enfermedad o accidente, necesitaría de la ayuda de un bastón. Acabó derivando para designar a personas que muestran otro tipo de debilidades, como la mental. Supongo que porque literalmente imbécil=sin bastón y no usarlo, cuando se necesita, es de imbéciles, los que necesitan otro tipo de bastón para desenvolverse. Es curioso que la sabiduría en el imaginario cultural va ligada a la vejez, que la vejez se asocia a una persona anciana con bastón. ¿Quizá porque la sabiduría no precisa bastones?
Ahora le saco otro significado a la frase: no discutas con un imbécil porque puede darte un bastonazo.
No puedo por menos de valorar tu comentario, Juan. Y deduzco que la frase de marras no es correcta o cuando menos imprecisa.
ResponderEliminarLa vuelvo a leer y me permito modificarla, cambiando descender por ascender. En un nivel superior, el que no necesita bastón está en su medio, y el que sube no tiene dónde agarrarse, está perdido. Y si encima recibe una colleja, tal vez es que se lo tenía merecido, por temerario.
Moraleja: “No te metas con quien sabe más que tú”, acomodación del popular “Si no sabes, no te metas”
jajajaja. Miguel Ángel.
ResponderEliminarCreo que estoy en el grupo de los que no saben... ? por lo menos esta, lo de la colleja, cierto.
Saludos.
Aloe.