De repente me ha dado y he buscado en Internet. Así, “juego de la cocina”, sólo lo he encontrado en un blog colombiano. Habrá más, supongo, pero hablan de otras cosas. Y yo quiero saber si en algún lugar del mundo aún se juega a cocinar.
Me explico.
De niño alternaba en mis juegos con niños y con niñas. Al carecer de hermanas, no rehusaba la compañía infantil femenina, puede que por la ley de compensación. Así resultaba que lo mismo asaltaba la charca del prado de abajo a la búsqueda y captura de ranas, que me ponía a las órdenes de mis vecinitas para buscar hierbas y utensilios con que condimentar una sabrosona comida. Ni que decir tiene que en el primer caso íbamos los de pantalones, y en el segundo servidor y las niñas. Por entonces no se conocían en mi pueblo pantalones que no necesitaran bragueta.
Es pues el caso que de vez en cuando dejaba de hacer burradas para ponerme a barrer el patio o la cocina, para majar hojas y revolver cazuelitas, para acarrear agua o ir a por pan, para sentarme en corro a contar chismes e historias, para dejarme peinar o acomodar la camisa… Incluso comíamos de mentirijillas lo que del mismo modo habíamos cocinado. Una auténtica delicia.
Lo malo es que alguna vez los chavales osaban decirlo: “mariquita”. Y entonces había que armarse de genio y demostrar que también sabía escalar tapias, trepar árboles, patalear en cueros en el Valdeginate, robar perucos al tío Alipio y embarrarme hasta los ojos haciendo casetas con tejado y todo. Y para que no hubiera duda, también yo me armé de tirador, hecho con una horquilla de fresno que me fabricó Félix (de quien algún día contaré y no acabaré); claro que no fui ningún as en eso, y creo que nunca conseguí cazar nada de provecho. En este sentido sólo recuerdo haber roto el cristal de una vecina, y, porque no la llegué a dar a ella, que si no la mato, según su propia y particular versión.
Agradezco a mis pequeñas amigas de entonces que no me hicieran jugar a, por ejemplo, ser mamás, las muñequitas o saltar a la comba; entonces sí que se hubiera armado la marimorena y habría llegado mi final. Pero no ocurrió. Ni me invitaron, ni se lo propuse.
Sin embargo “al corro de la patata” era un juego mixto, en el que no había ese inconveniente. Allí cada quien agarraba las manos de los de al lado y todos girábamos al ritmo del canto, agachándonos y volviéndonos a agachar sin mayores problemas. Claro que yo siempre lo hacía a destiempo, pero esa es otra cosa de la que otro día tal vez diga algo, hoy no toca.
Ahora recuerdo aquellos juegos domésticos infantiles con cariño, en los que con nada y con todo, hacíamos cualquier cosa: hasta tener que parar de tanto comer, completamente satisfechos. “¡Miguel Ángel, deja de jugar que ya está la comida! Era un aviso que no podía desatender, con él acababa el juego.
En mi caso la separación por sexos era radical. Aulas diferentes en edificios distintos. Y no sé a qué jugaban las niñas. Recuerdo la comba, pero de verla. El escondite, que podía ser un juego de todos, era un juego de los chicos y lo sería seguramente de las chicas. Así que no sé cómo me aficioné a la cocina, hasta cocinar de un modo aceptable, quizá por necesidad, como buena parte de lo que consigue hacer uno. Juegos de aquella época: la pídola, las canicas, el tirachinas, el aro, el fútbol, la taba, el burro,... Más creativos, desde luego, más imaginativos, que los entretenimientos de ahora, más colectivos, más participativos, y, por supuesto, con más consumo energético. En fin, paro, que me sale el abuelo Cebolleta.
ResponderEliminarJa,ja. En mi familia, nunca hubo diferencias, mis mejores amigos de la infancia fueron de ambos sexos, indiferentemente y lo mismo ocurrió con mi hijo mayor. Es más, sus primeros cumpleaños fueron aquellos a los que fue invitado por sus compañeritas. Sin embargo el segundo siempre prefirió la compañía de sus amigos varones..... y sigue igual..... ¡Ayns!, dice que no encuentra ninguna mujer "normal como su madre" ¡Ayns!
ResponderEliminarEn la actualidad los mejores amig@s del mayor es una compañera de la facultad, ambos con hijos de la misma edad y un compañero de su primer colegio, ya en estado de divorcio. La vida, la vida, sigue, sigue, sigue. Beso.
Buenos recuerdos y buenos ratos jugando en la calle, a veces todos juntos otras por separado(chicos con chicos o chicas con chicas)mas relacion que la que ahora existe y piso el pedal.
ResponderEliminarY hoy los niños y niñas juegan al futbol, a cocinitas, a papás y mamás...y aunque el "mariquita" aún se oye se oye ya mucho menos, y se ve con total normalidad que los juegos y juguetes sean simplemente de quien los quiera disfrutar. En eso estamos al menos muchos de los que noe dedicamos a educar...
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