No estoy a la altura de algunos que tengo anotados a mi derecha que han tocado ya este tema. Y lo han hecho muy bien. Pero no quiero dejar de expresarme, aunque no tenga tanta autoridad.
Me refiero al movimiento 15 M.
He seguido como he podido su nacimiento, y me he sentido cerca de este numeroso grupo de personas, jóvenes y menos, que al grito de ¡Ya está bien! se han lanzado a la calle, no a montar un botellón sino a protestar su cabreo e indignación ante lo que está ahí, y parece que no acabamos de entender ni de enterarnos.
Como dicen en mi pueblo, tienen más razón que un santo.
No obstante, de una parte se les zurra y critica, de otra se les consiente, de otra se les utiliza, de otra… se les mira desde la barrera en tanto por lo bajinis se piensa y se dice, “menuda hostia se van a dar”.
Empiezo diciendo que no les considero nada utópicos, más bien realistas. Lo que dicen es lo que hay. No sueñan, no proyectan; sólo hablan. Y en ese hablar y hablar tal vez se hayan hecho un lío, como esas macroasambleas en las que el consenso era la base de todo. No cayeron en la cuenta de que en realidad de nada vale votar, si quien lo hace no se compromete. Y eso ocurre tanto en la democracia formal que funciona de hecho, como en la democracia que ellos han querido experimentar en plena plaza pública.
Tras el estallido, se dijo que irían por barrios. Estoy esperando. En realidad les llevamos esperando hace mucho tiempo. El trabajo vecinal y ciudadano es el más sencillo y básico engranaje de lo que yo considero democracia. A pie de calle. Problemas de acera, de tertulia de vecinos, de niños que van al cole o señoras y señores que con el carrito de la compra se tropiezan en los adoquines levantados. Ahí se nota quién participa, y quien pone la mano; quien construye y quien chupa del bote.
Ahora algunos dicen que “se han pasao”, o que “no era eso lo que se esperaba de ellos”; porque ha habido brotes violentos, insultos y malos modos. Quien lo dice sabe que eso ha sido siempre, y que no tiene la culpa nadie salvo quien lo provoca. Y lo provoca quien quiere pescar en río revuelto, quien ha revuelto antes el río para poder pescar mejor, quien está más que interesado en que todos escarmentemos en cabeza ajena. “No protestéis ni os quejéis”, vienen a decirnos a los demás, “porque terminaréis como éstos”.
Es posible que a partir de ahora ya no se les aguante ni consienta. Puede ocurrir que el movimiento se deshaga. O no, pero se encoja en cantidad y se agrande en radicalidad. Tal vez evolucione, se sume a otras instancias ya existentes aglutinando indignaciones y aunando fuerzas y experiencia, o piensen que ya que llega el verano bueno es cogerse vacaciones.
No sé qué pasará. Lo que yo deseo ahora es que su voz no se olvide, que su gesto se mantenga, y que quienes tienen que tomar buena nota, la tomen.
Para más información propongo por orden aleatorio:
No, Miguel Angel , no es verdad.
ResponderEliminarNo son sólo jóvenes, porque yo y muchos como yo hemos asistido a las asambleas, y las hemos llevado a nuestros barrios.
No es verdad que sólo hablemos y no proyectemos porque hay ya muchas propuestas firmes.
Lo que sí es verdad es que el movimiento molesta a muchos que han visto encantados como por fin había un motivo (supuesto) para arremeter contra él.
Los que hemos pasado tardes y días allí, discutiendo, pensando, recogiendo las inquietudes de la gente ( y en eso estamos aún) no tenemos nada que ver con la violencia. No somos ingenuos. Y no tenemos pulgas (como dice Intereconomía)...
Queremos que las cosas cambien y vamos perfilando acciones concretas. Yo (mi cole) estoy en la Comisión de Educación, que representa el trocito de mundo por el que lucho, y en mi blog , a la izquierda también, está la plataforma por la escuela pública de Vallecas, en la que se recogen todos los avances y enlaces a la información sobre lo que seguimos intentando hacer.Por ejemplo.
Abrazos.
Ya lo sé, Carmen, que hay también jovencitos de más de noventa primaveras. Tanto Hessel como Sampedro peinan canas desde hace mucho tiempo.
ResponderEliminarMi temor es que el asambleísmo consienta que intrusos paren las cosas o las distorsionen, o terminen por usurpar la voz de todos. Ese peligro es real.
Mi temor es que unos pocos tengan que cargar con todo y muchos sólo abulten y hasta estorben.
Mi temor es que esos pocos que se lo curran se queden solos porque el resto tome vacaciones.
Mi temor es que esto se quede en una rebelión de la clase culta, y no llegue a las menos cultas. Vendría a ser el pataleo de los burguesitos.
Mi temor es que aprovechando las circunstancias lo que se busque es notoriedad, y que luego a uno/a le voten, le consideren y le ofrezcan alguna buena poltrona.
En fin, ya ves que tengo temores por doquier. No en vano alguna señal tengo yo en mi cuerpo.
Mis mejores deseos y todo mi apoyo.
Temores los tenemos todos, y además los has descrito estupendamente. Pero hay que seguir soñando, se tenga la edad y las señales que se tengan ( y con 42 años, un divorcio a cuestas y alguna cosilla más algo sé también de desencantos e idealismos que se quedaron en eso...) . Y si de pronto hay una posibilidad de concretar esos sueños, por pequeña y dificil que sea...( y lo es: pequeña y dificil, soy consciente de ello), habrá que aferrarse a ella.
ResponderEliminarComo decía Galeano: la única manera de cambiar la la realidad es actuando como si se pudiera.
Más abrazos.