La muerte del terrorista Bin Laden no ha hecho amanecer un mundo más pacífico. Al contrario. Flotan en el aire sospechas y temores. ¿Por dónde llegará el próximo golpe?
El cuarto encuentro del siglo entre los eternos rivales futboleros lejos de producir alegría por tener a los nuestros en la final ansiada por el título europeo, representando al suelo patrio, ha hecho más profundo el abismo que separa a unos de otros. Enfrentados seguimos dentro y fuera. No tiene remedio nuestro sino.
Un beato más en el paraíso católico, pero el espíritu de las Bienaventuranzas sigue estando escondido. Tal vez la ceremonia, y sus antecedentes, no sintonizó demasiado con aquello de la sencillez del corazón ni con la bienaventurada hermana pobreza.
Deberíamos estar gozosos de poder, una vez más, ejercer como ciudadanos y ciudadanas nuestro derecho a elegir a quienes gobiernen nuestra res-pública, el próximo día veintidós. Pero a punto de empezar la campaña electoral, ya estamos hasta las narices de escuchar las mismas voces engoladas, los mismos insultos y descalificaciones, las mentiras de siempre, que nunca dejarán de serlo por muchas veces que se repitan y muy alto que se digan.
Otra campaña que acaba de empezar también nos debería entusiasmar, pero no lo consigue. El estado de bienestar ha de ser pagado por todas y todos, impuestos de por medio. Aquí, sin embargo, si pagas eres tonto. Y vaya si abundan los listillos…
Las lluvias de estos días pasados han dejado un campo hermoso y una atmósfera limpia. Mi casa, sin embargo, se llena de barro y el tejado de goteras; y en otros sitios se quejan de inundaciones. ¡Cuando lloverá a gusto de todos!
"Cristo no predicaría desde una barca sino desde un blog o desde Twiter", se ha dicho en el encuentro tenido en Roma entre el Vaticano y el mundo de la blogosfera. ¡Ojalá en la Iglesia abundara la libertad de pensamiento y expresión que se dan en la Red! Más bien parece que los muchos lugares de Internet que llevan el añadido de católicos canalizan un sólo pensamiento, una misma y única consigna, una uniformidad monocrómica que tira más a triste que a jubilosa. Si el Espíritu obra donde y cuando quiere, sobran todos los barrotes, están de más todas las llaves.
Y ya que toco este tema, abundo. Hace ya un tiempo que soy remiso a dejar comentarios. Donde parece que debería haber pluralidad, tolerancia y buenas formas dialogantes encuentro más bien lo contrario: la disensión es riña; la diversidad, ofensa; la opinión personal, insulto y descalificación. Queda sólo y apenas, adular… o callar. ¡Otro espejo de lo que somos!
Una nota feliz, para terminar. La madre de la novia me ha regalado un beso. ¡Eso que me llevo por delante!
Me ha gustado lo de que Cristo predicaría en un blog o en Twiter.
ResponderEliminarEn cuanto a dejar comentarios, hay de todo en esta viña, ¿no te parece?. Yo no siempre dejo algún comentario, solo si me lo pide el cuerpo.
De lo anterior nada diré salvo adherirme a tus palabras.
Un saludo
Ibso.
PSD: ¿Fue un beso casto?:). No me respondas, que no es curiosidad, solo un poquito de humor.
Nunca lloverá a gusto de todos.
ResponderEliminarVivimos en un mundo de locos y contradictorio, donde, a veces, sacamos lo peor de nosotros.
En mi caso, evito situaciones o personas que puedan llevarme a extremos incómodos, conozco mi visceralidad. Quiero ser feliz lo que me queda de vida, una vida que pesa demasiado.
Un saludo.
¡Blanco como la nieve!, Ibso, y de testigo el padre de la novia.
ResponderEliminar¡También yo ando en busca de la felicidad!, Estanke, sólo que de vez en cuando… como que me estanco. Me parece a mí que la vida pesa algo más de los 21 gramos que dicen por ahí… ¡Demasiada carga para llevarla solo!
Es el alma la que pesa 21 gramos, Míguel. Total si no somos ná, paqué nos empeñaremos en ser tan engolados y tontorrones... Amén a todas tus reflexiones salvo el desliz de que la vida pesa 21 gramos y como ya está aclarado... sólo quedan los
ResponderEliminarbesos de rigor para que tengas unos cuantos más que unir a los de la madre de la novia (¿qué madre de qué novia? ¿me he perdido algo?)
Echa cuentas, Julia, y verás que la diferencia entre un cuerpo vivo y un cuerpo muerto, es precisamente los 21 gramos de la vida. Eso del alma…
ResponderEliminarLo de la novia, su madre y la cosa de besar pertenece a otra entrada anterior, y no tiene mayor importancia.
Sí lo tiene este beso que te mando.