¡Ay! ¡Ahí! Hay…

He entregado sendos sobres con las respectivas papelas introducidas al presidente de la mesa y, mientras le miraba esperando la confirmación de los vocales la pertinencia de la identidad del votante, he sentido la misma emoción que la vez primera, hace…
Una confusión al escribir los apellidos produjo en alguien de la mesa cierta inquietud. ¡Ay! ¿qué hago ahora? Tache y escriba debajo correctamente, susurró el presi.
Yo, de frente, quieto, inquirí -nada inquieto- si mi voto iba a resultar inválido. El voto está ya dentro de la urna, respondióme.
Fuime y ya sólo pensaba en mi ratico de piscina, de nadar tranquilo sin tener que guardar la ropa, relajado porque alguien, vigilante, iba a seguir cuidando de mí durante el resto de esta tarde festiva.
Ha sido una jornada estupenda. Hasta el sol se ha lucido, luciendo con todas sus ganas. Si por la mañana rubricábamos con fiesta, cantos y plegarias un curso catequético más, entre guajes y guajas, padres y madres, mozos y mozas, abuelos y demás parentela y compaña; por la tarde ejercíamos un derecho, -sí, digo bien, derecho-, tras el que descansan muchas obligaciones. Sí, también digo bien, obligaciones. Claro que a mí me gusta usar otra palabra menos sonora pero, en mi opinión, más contundente: responsabilidad.
Tanto en una como en otra, mañana y tarde, ha brillado algo que reviste en sí misma ambas cosas, ser derecho y responsabilidad, exigencia en la doble dirección. ¡La libertad!
Con libertad sonaron atronadoras las canciones en el templo mientras nos despedíamos, algunos con lágrimas, hasta otra, para seguir en la tensión del ya, pero todavía no. Con libertad “reinaba” el silencio en el local electoral de mi distrito, en la espera esperanzada de que fuéramos capaces de salir -más bien sacarnos- de este pozo en el que estamos, ir mejorando, aglutinando, reduciendo distancias, ampliando solidaridad.
Tan sagrados ambos, tan profanos. Intercambiables los calificativos a pesar de quienes veneran a uno en detrimento del otro, y viceversa e incluso en contraposición. En el ejercicio de los derechos y responsabilidades en los dos lugares nos realizamos como personas, como ciudadanos, como habitantes de un mundo que nos engloba y nos supera, que nos arropa, que nos identifica. Que dignificamos.
Ahí está, ahí reside nuestra dignidad, nuestra gloria. Ahí hay, en uno y otro sitio, todo un mundo de cosas por hacer, retos a los que enfrentarnos, personas que conocer, ideas que compartir, esfuerzos que redoblar, dificultades a vencer, sueños que realizar, logros por alcanzar…
Hay por delante toda una hermosa tarea. Ya digo, este ha sido un buen día.

¿Que qué opino del resultado? El pueblo es soberano. ¡Ave, Caesar!

3 comentarios:

  1. ¿Qué opino yo? ¿Dónde va Vicente?

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  2. Alguien dijo:"Otro dia con sol pa casa".

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  3. Yo no opino ya, ayer opiné, aquí y en las urnas (yo metí mi voto ¡¡¡por fin!!! no con "mano delegada"). El resultado es una catástrofe de tamaño natural pero "el pueblo soberano" ya se enterará... cuando sea tarde. En los países de Europa donde ha estado gobernando la derecha van cayendo poco a poco en los comicios similares a los nuestros de ayer, Alemania, Italia, Francia, y donde gobernaba la socialdemocracia sale la extremaderecha, Dinamarca... ¿será posible semejante desatino? ¿es posible que la gente de todas las partes de esta Europa nuestra no se entere de qué va la fiesta y sólo haya acción-reacción en cadena? La ley del péndulo: ahora aquí después al otro lado. Qué torpes podemos ser los seres humanos, esto en los animalitos no pasa, ellos sí saben, casi siempre, lo que les conviene.

    Al final he opinado y no quería ¿eh?.

    Besos acongojados por los años que nos esperan.

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