De una nieta para su abuelo

En la boda de mis papás, fuiste el padrino, y llevaste a mi mamá del brazo hasta el altar. Ibas muy guapo, de capitán de navío, porque en Cantabria tira mucho la mar. Eso me han contado.

En mi bautizo hiciste sólo de abuelo. Disfrutaste aquel día soleado de la familia toda reunida. Disfrutaste tanto con la ceremonia en aquella catedral monasterial, con el lechazo asado de Torozos, con las bromas y la charla en la sobremesa, que llegaste a encender un puro y atizarle unas cuantas caladas. Incluso te bajaste al prado y paseaste por el paseo que lleva mi nombre, “Paseo de Inés”; llegaste hasta el huerto y te acercaste a acariciar a Carlota. Aquel día hiciste fuerza de flaqueza como sólo tú sabías.


Hoy acaban de arrojar tus cenizas en ese mar Cantábrico de tus amores. Lo ha hecho mi mamá, que es la más decidida de las tres.

Cuando yo sea mayor y hable de mi abuelo, les diré a todos que fuiste un profesor respetado y querido. Que toda tu vida la pasaste en el mismo lugar dando clase, y que en tu funeral -en un humilde templo de un más humilde barrio santanderino, el Barrio de la lenteja- un alumno tuyo celebró la Eucaristía y te recordó como una persona de trato afable, saber pedagogo y seriedad comedida.

Desde este espacio que me presta Miguel Ángel en su blog quiero hacerte mi homenaje particular, y decirte que estuve ahí, junto a ti, todo el día; a ratos en brazos, a ratos mamando y a ratos en mi cochecito. No me perdí ningún detalle, y hasta el cura en la despedida se fijó en mí. Incluso me tomó como referencia para hacer una semblanza de las vidas que se van y de las vidas que llegan, que ninguna se pierde, sino que todas expresan a la misma y única vida.

Abuelo Justo, no recordaré tu cara, no sabré lo que jugaste conmigo ni las cuchufletas que me hiciste. Creceré y de ti apenas me quedará lo que me vayan contando quienes sí te han tratado mucho más. Pero tú te has ido sabiéndote abuelo, y eso es para mí lo mejor que me podía pasar.

Tu nieta que te quiere y no te olvida. Inés

3 comentarios:

  1. Supongo, Miguel, que has perdido un gran amigo, y esa nieta un magnífico abuelo. Lo siento, ya sabes, para eso nacemos. Un abrazo.

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  2. emejota, cómo no ha de sonarte, si es el rumor de l@s viej@s roker@s que nunca mueren… TBO ;=).


    Clares, propiamente la gran amiga es la nieta, que tenía un gran abuelo, a quien apenas llegué a conocer. No me dio tiempo. Ella me ayudará. Un abrazo.

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