¿Caldo o lentejas? Caldo y lentejas

«¿O qué rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al paso del que le ataca con veinte mil?
Y si no, cuando el otro está todavía lejos, envía legados para pedir condiciones de paz.»

Tal parece que los del gobierno de Israel son adictos a leer lo que dijera un cierto judío, ¿o era palestino?, marginal, al que el gobierno coetáneo, al mismo tiempo (ir)religioso e (in)civil, juzgó con todas las garantías procesales y entregó a los matarifes de turno para mantener limpias las propias manos.

Eso es lo que parece que ha ocurrido, justo cuando amanecía junio, el mes de los exámenes y las pruebas definitivas. En vista del impresionante ejército que se aproximaba a su indefenso recinto patrio, cargado con toda clase de males infernales para la propia población, raudo se apresuró a adelantar emisarios que parlamentaran una paz duradera, dura como el acero.

Claro que aquel judío marginal, así lo denomina un yanqui que sabe de estas cosas (John P. Meier, Un Judío Marginal, Editorial Verbo Divino), expresó este dicho en un contexto muy particular, hablando de las condiciones para ser discípulo. Ni pajolera idea tuvo el pobre de lo mal que iban a ser interpretadas sus palabras. Para colmo de desdichas, él finalizó la frase con éstas: «Esto supuesto, todo aquel de vosotros que no renuncie a todo lo que tiene no puede ser discípulo mío». Así lo dice el evangelio de Lucas (14, 31-33).

¡A todo iban a renunciar los susodichos gerifaltes israelitas, lo dijera o dejara de decirlo aquel judío marginal, o palestino, o lo que fuera, que a ellos qué mierda les importa!

Como tampoco les ha importado un carajo el derecho internacional, ni siquiera el nacional, suyo, de Israel, que es de suponer que no iba a consentirles la burrada que han llevado a cabo, metiendo a punta de pistola a unos indefensos extranjeros capturados en mar abierta para tildarlos a continuación de inmigrantes indocumentados.

Por eso ahora, adelantándose a la posible e hipotética condena de sus propios jueces, se apresta, -lo está haciendo ahora mismo-, a expulsar a los seiscientos retenidos, ¿o son detenidos?, que mantiene aún en buenas condiciones.

Parece que ni la ONU ni la OTAN ni la CE ni USA tienen alguna autoridad sobre este particular. “Tímidas reconvenciones”, pero no condena, dicen los medios de comunicación.

Pues, nada, hombre, esto es lo que hay. Parece ser que un estado perseguido y acosado tiene que adelantarse a sorprender a quien le viene atacando… Y a este paso preveo que cualquier día de estos puedo ser agredido, y con todo el derecho del mundo, por quien sabiendo leer mis pensamientos, presuma que le tengo inquina y tal vez, acaso, puede ser que sí, que alguna vez, justo al salir de casa, reciba un ladrillazo que me tendré bien merecido.

Lo dicho: “Esto, son lentejas”. Ya sabes, si no las quieres, me da igual; lo tomas, o lo tomas.

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Existen dos dichos castellanos, vulgo refranes, que aluden a esta situación que acabo de comentar.

“¿No quieres caldo? pues toma tres tazas”.
“Esto son lentejas. Si quieres las comes, y si no las dejas”.

Los dos expresan muy bien la actitud del gobierno israelita ante la opinión mundial. Yo más bien diría que visualmente nos están haciendo a todos y todas un magnífico corte de mangas (Diccionario de la RAE: m. vulg. Ademán de significado obsceno y despectivo que se hace con la mano, extendiendo el dedo corazón entre el índice y el anular doblados. A la vez se levanta el brazo y se golpea en él con la otra mano).

2 comentarios:

  1. ¿Te das cuenta que los judíos no aprendieron nada de su historia? ni de la antigua ni de la moderna. ¡Qué vergüenza de gobierno y qué vergüenza de pueblo por votar a ese gobierno!

    El cierto judío o palestino (yo creo que era palestino, a mi me gustaría que así hubiera sido, pero tanto da) estará muy disgustado con lo que allí pasa desde hace ya tanto tiempo ¿no? tú que estás cerca de él ¿qué dice? ¿qué siente?.

    No diré más, ya tú sabes, que dirían nuestro hermanos caribeños..

    Besos

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  2. Julia, no se trata de qué dice él, sino qué decimos los demás. Y si los unos no han aprendido nada de su historia, los otros tampoco. Pues ¡bueno está el patio común!

    Tampoco yo diré más, que sobran las palabras.

    Mil besos.

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