Un matadero puede ser muchas cosas. Por ejemplo, en mi pueblo hay una cuesta que le llaman "el matadero" porque el ganado se mataba subiendo los carros llenos de bálago. Pero propiamente un matadero es un lugar donde se mata, otro ejemplo, pollos, conejos, corderos, vacas… El Jefe trabaja en uno de esos sitios, donde se matan animales. Un cierto día llevaron una yegua para darle matarile por vieja y por inservible. Y el Jefe, que es un sentimental, preguntó si con los restos del pobre animal podría hacerse algo de sustancia. Le dijeron que ni pa cecina, vamos, que con aquello no se podía hacer jabón de los de antes.
Así que terció en el asunto y dijo, pues para mí. Y se la llevó.
Estaba el pobre animal que daba pena el verlo. Por eso le querían dar lo que le iban a dar cuando el Jefe intervino.
Llegó a casa, mejor dicho, la llevaron, porque ella sola no hubiera llegado nunca. Y con los cuidados del personal fue entonándose y cogiendo lustre. Dado que había que llamarla de alguna manera, y suponiendo que vendría de allende las fronteras de la autonomía, recibió el nombre de "Gallega"
Pasó un cierto tiempo, y el Jefe, se dio cuenta, -¿cómo se le habría pasado por alto semejante circunstancia?- de que aquella pobre animala estaba preñada.
He de decir que con los animales, o sea con las yeguas, no se pueden llevar las cuentas como se hace con el género humano. Ahí funciona otra historia. Y de primeras no se puede saber si un especimen caballuno de sexo femenino está o no en estado de gravidez.
El caso es que sí que lo estaba. Y se redoblaron los cuidados y los mimos, las atenciones y los miramientos. Hasta que en un gozoso día de febrero del año de gracia de 2008, vino al mundo esta muñeca, que no es de cartón, no, sino de carne y hueso: "Carlota".
Como se puede apreciar, enseguida se puso a hacer algo para lo que no hace falta aprendizaje: mamar. Y mamando un día sí y otro también, que la teta la tenía totalmente a su disposición, fue cogiendo un porte que aquí os muestro en fotografías; porque qué os voy a contar yo si a la vista está. Pues mirad y ved cómo ha ido creciendo en estos años transcurridos.
Así que terció en el asunto y dijo, pues para mí. Y se la llevó.
Estaba el pobre animal que daba pena el verlo. Por eso le querían dar lo que le iban a dar cuando el Jefe intervino.
Llegó a casa, mejor dicho, la llevaron, porque ella sola no hubiera llegado nunca. Y con los cuidados del personal fue entonándose y cogiendo lustre. Dado que había que llamarla de alguna manera, y suponiendo que vendría de allende las fronteras de la autonomía, recibió el nombre de "Gallega"
Pasó un cierto tiempo, y el Jefe, se dio cuenta, -¿cómo se le habría pasado por alto semejante circunstancia?- de que aquella pobre animala estaba preñada.
He de decir que con los animales, o sea con las yeguas, no se pueden llevar las cuentas como se hace con el género humano. Ahí funciona otra historia. Y de primeras no se puede saber si un especimen caballuno de sexo femenino está o no en estado de gravidez.
El caso es que sí que lo estaba. Y se redoblaron los cuidados y los mimos, las atenciones y los miramientos. Hasta que en un gozoso día de febrero del año de gracia de 2008, vino al mundo esta muñeca, que no es de cartón, no, sino de carne y hueso: "Carlota".
Como se puede apreciar, enseguida se puso a hacer algo para lo que no hace falta aprendizaje: mamar. Y mamando un día sí y otro también, que la teta la tenía totalmente a su disposición, fue cogiendo un porte que aquí os muestro en fotografías; porque qué os voy a contar yo si a la vista está. Pues mirad y ved cómo ha ido creciendo en estos años transcurridos.
El que la abraza soy yo. Pero es Carlota la que se me pega, eh, que conste.
Así me ha estado mirando hoy, cuando la he ido a visitar. Hacía mucho calor y no quiso salir de la sombra, pero se dejó atusar y me metió su morro entre los pelos de mi barba.
Este es un recién llegado. Es de raza superior, pero vino muy tocado. Ahora da gusto verlo y el galope es lo suyo. Tal vez incluso alguna vez visitó un hipódromo, pero ya es agua pasada.
A Gumi lo pongo aunque no corresponda. Dimos un buen paseo por el monte, y llegó con calor, sed y cansancio. De modo que se dejó fotografiar sin oponer resistencia. El muy tunante, luego que descansó, me hizo correr detras de él entre las patas de los caballos, a los que, en lugar de temer, miraba con curiosidad.
Por cierto, una pregunta, si me lo permitís. ¿Os parece decente esta forma de dormir?
Pues así duerme Gumi. Y también su padre, Berto. Pero no me ha parecido sacarle una foto, porque ya es mayor de edad.
Decente y confiada. Asi duerme también mi Koro.
ResponderEliminarBuen zoo.
Hola os leo y os sigo la pista pero ya no entro tanto a los blog, me ocupa mucho tiempo la asociación.
ResponderEliminarQue historia tan bonita,la de gallega,si llegas a tener fotos de cuando la rescataron, menudo cambio, como me gustan los caballos. un abrazo
jajaja, qué fotografías tan divertidas. Saber dormir a pierna suelta!
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