Más allá de la noche que me cubre
negra como el abismo insondable,
doy gracias a los dioses que pudieran existir
por mi alma invicta.
En las azarosas garras de las circunstancias
nunca me he lamentado ni he pestañeado.
Sometido a los golpes del destino
mi cabeza está ensangrentada, pero erguida.
Más allá de este lugar de cólera y lágrimas
donde yace el Horror de la Sombra,
la amenaza de los años
me encuentra, y me encontrará, sin miedo.
No importa cuán estrecho sea el portal,
cuán cargada de castigos la sentencia,
soy el amo de mi destino:
soy el capitán de mi alma.
negra como el abismo insondable,
doy gracias a los dioses que pudieran existir
por mi alma invicta.
En las azarosas garras de las circunstancias
nunca me he lamentado ni he pestañeado.
Sometido a los golpes del destino
mi cabeza está ensangrentada, pero erguida.
Más allá de este lugar de cólera y lágrimas
donde yace el Horror de la Sombra,
la amenaza de los años
me encuentra, y me encontrará, sin miedo.
No importa cuán estrecho sea el portal,
cuán cargada de castigos la sentencia,
soy el amo de mi destino:
soy el capitán de mi alma.
Este es el poema de William Ernest Henley (1849-1903), autor inglés, natural de Gloucester, cuyo título presta a la película sobre Mandela, del director norteamericano Clint Eastwood.
Porque Invictus, la película, trata de Nelson Mandela. Aunque toma una parte de su vida, sólo una muy pequeña, representa suficientemente toda ella y sobre todo es capaz de descubrirnos en unos simples trazos anecdóticos, la historia entera y el enorme carácter de su persona. También habla de su país, Sudáfrica, de un país incógnita en esos momentos, que igual puede cambiar para bien o resultar “una auténtica comida de blancos” (dicho con todos los perdones del mundo).
Información sobre este filme en la red hay a montones. Lo mismo sobre Nelson Mandela y sobre el país del oro y los diamantes, y en concreto sobre el tenebroso apartheid sudafricano. Valgan estos enlaces:
El periodista John Carlin escribe Playing The Enemy (El factor humano, traducido) desde su experiencia personal y sus encuentros y conversaciones con Mandela. Por otro lado, Morgan Freeman busca cumplir un sueño, Clint Eastwood se deja encontrar, y a trío con don Nelson paren juntos, con El factor humano en el bolsillo, esta película sobre un episodio deportivo real que fue auténtico "balsamo de fierabrás" para resolver el temido "nudo gordiano" de aquella sociedad.
Unos hechos:
1. Mandela lleva ya cinco años gobernando el país, tras ser democráticamente elegido, pero no consigue desatascar la situación de la nación, entre el temor de la zona blanca y las ganas reivindicadoras de la zona negra. La minoría y la mayoría son irreconciliables, y el gobernante no encuentra el punto.
2. Se organiza en Sudáfrica el Campeonato Mundial de Rugbi.
3. El político concibe en su cabeza un plan para aprovechar esa ocasión de manera que el país entero vibre con un sólo corazón, y se olvide otras cosas. El deporte, la competición, amalgamará lo que no era conjugable.
4. Toda la narración irá discurriendo hacia ese único objetivo, haciéndose lenta y emotiva, para caer en la moviola de una jugada final y definitiva, cronómetro en mano, que casi se congela y se concentra. Aún sabiéndose el final, la tensión no le deja a uno un solo momento, y, en silencio, se siente engullido (más bien diría succionado) por todo un pueblo que anima, vocea, vitorea, explota de entusiasmo cuando las manecillas del reloj tocan a rebato. Este es el hecho, el definitivo, "los Springboks", mediocre selección africaner, vence en la final a los fieros, temibles y temidos “All Blacks” neozelandeses, quedando campeona en el concierto mundial. Para ello ha sido necesario que su capitán, Francois Pienaar, se convenciera de que era posible y que todo el país sintiera que aquel puñado de gigantes era su equipo nacional.
A partir de esto, la narración empieza con la salida de Mandela de la cárcel, donde ha estado veintisiete años recluído; da pinceladas suficientes del tipo de sociedad rota y enferma que encuentra; describe en pocos pero significantes rasgos la enorme personalidad del protagonista; se recrea un poco más en el milagroso plan que concibe para salvar la irresoluble situación de la población que preside; y finalmente nos ofrece un final que parece rosa, pero que es más bien un explosivo arco iris de pura humanidad.
Mejor que yo lo han dicho otros. Dejo la palabra a Pedro Miguel Lamet, que se expresa muy superiormente:
«Película lineal y aparentemente simplificadora, es una excelente parábola sobre los ideales y la capacidad de recuperar la positividad del ser humano. Con una estructura casi elemental de tres mundos -el despacho de Mandela, sus guardaespaldas y el equipo de rugby con sus familiares- Estwood arrastra, emociona, cautiva, consigue incluso que los que no tenemos idea de este deporte, en la apariencia brutal, quedemos atrapados por la magia narrativa del actor-dicrector estadounidense. Se diría que con Gran Torino e Invictus nos está dejando un testamento admirable de fe en el ser humano y su capacidad de conversión.»
«Una de las pocas películas que, después de verla, deja al espectador con ganas de vivir y esperar contra toda esperanza. Es verdad también que puede resultar muy oportunista ante el fenómeno Obama. Da igual. Es magnífico ver películas que invitan al optimismo y la superación. Id con vuestros hijos. Con eso lo digo todo.»
Pues, eso, está dicho todo.
No he visto la peli, todavía. El poema es extraordinario. Y la traducción es perfecta. Normalmente cuesta que las traducciones lleguen: han de ser muy buenas. Gracias por esa información. Un abrazo.
ResponderEliminarComo la ponen en el cine que está al lado de mi casa, en el único cine de barrio que queda en la ciudad, esta tarde o noche, nos iremos a verla. Con tu consejo y recomendación, y la información que das, me he animado. Además, creo que Clint Eastwood es un magnífico director que nunca defrauda.
ResponderEliminarNos habíamos planteado ir hoy o mañana a ver la peli, porque Juan en el fin de semana sale a las siete del Centro de Día, pero esta nevando, veremos en lo que queda.
ResponderEliminarSi no puede ser ya la veremos en otra ocasión.
Besos
No he visto la película, pero la veré. Por dos razones: el libro, que leí, y el émulo de Mandela.
ResponderEliminarRespecto al libro: si alguien busca un buen texto desde el punto de vista literario, que no lo lea. Si buscas emoción, inteligencia, decisión y, sobre todo, sobre todo, integridad, compromiso, honestidad, merece la pena. Me lo leí en dos sentadas.
La peli la veré,y el poema es fantástico,el blog es muy interesante y con muy buena música y noticias,me gusta todo de el,enhorabuena
ResponderEliminarQuerido Miguel Ángel-
ResponderEliminar¡Qué cinéfilo eres!
El poema para leerlo en voz alta que es como mejor lo entiendo.
Me gusta leerlos y oír mi propia voz, a, que si me los leen eso... ya es "requeteguay"
La película no la he visto pero por lo que cuentas de muy buena puntuación.
El director ya me gustaba como actor pero como director es que lo "borda".
Unos de mis actores preferidos es Morgan Freeman, excelente, Mat Damon, tampoco está mal.
La vida de Mandela, atrayente, consecuente con sus ideas, dolorosa... su pueblo aún no ha conseguido su camino.
Transcribo un trozo del poema:
"No importa cuán estrecho sea el portal...
Soy el capitan de mi alma"
Miguel Ángel: Nosotros también somos capitanes de nuestras ilusiones, de nuestros sueños aunque el portal sea estrecho.
Muy buena la descripición de D. Pedro Miguel Lamet.
(No me travo a dejarle comentarios, me da apuro)
Contigo mi Miguel Ángel, es como si fueras de mi familia.
¡Que lo eres!
Yo así te considero.
Un besico tierno y sincero.