Una foto y unos pensamientos

Antes de que entráramos en la era de la imagen y de los medios, la palabra lo era todo o casi todo. Bueno, tampoco era así, que los gestos también valían. Pero lo que quiero decir es que había que explicar las cosas utilizando la palabra hablada o escrita. De alguna manera se podría decir que teníamos que ingeniárnoslo para entendernos dando explicaciones claras y convincentes, y que el uso de las letras, siendo ilustrado o analfabeto, era necesario para todo perro pichichi.

En la época que ahora recuerdo, apareció en una revista de tirada nacional española un señor que ponía una foto y luego la comentaba. No era nada nuevo, porque lo que se llamaba "fotopalabra" ya estaba inventado. Incluso en la prensa de entonces, era habitual colocar imágenes de edificios, personas o cosas y hacer el correspondiente artículo. Pero aquello de aquel señor resultó interesante para mí, porque no se trataba de un artilugio periodístico, sino de otra cosa, digamos, más filosófica. De alguna manera, mirando la imagen, él iba deshojando las sucesivas capas que captaba hasta llegar a lo más simple y también a lo más profundo.

¿Estaría buscando el alma que está en cada cosa? Pues mira por cuanto, ahora que recuerdo, tal vez titulara su sección revisteril de esta manera: Fotos con alma. (A lo mejor ya ni recuerdo bien, y sólo decía Imagen).

El caso es que yo, ahora y aquí, quiero hablar de esta foto, que saqué un mes de abril, de camino hacia la Fuente del Cobre, en Palencia, donde dicen que nace el río Pisuerga. Afirmación que resulta ser incierta, porque dicen los que saben que ni hablar, que nace más arriba, y que por ella sólo pasa.

A simple vista un sendero, abierto entre el bosque de robles, aún dormidos por los fríos del invierno. A la izquierda un enorme ejemplar. Al frente, otro de tamaño mediano. A la derecha muchos pequeños, que se distinguen unos de otros porque carecen de las hojas que aún tardarán en aparecer, cuando el verano se acerque.

La senda parece ascender con suavidad, hacia el collado que se avista más adelante.

No hay sombra, aunque sí sombras. El sol está bien alto, debe ser sobrepasado el mediodía; si fuera otro momento se proyectarían más alargadas las imágenes oscuras en el suelo. Y a la izquierda, luego caminamos hacia el oeste. Engañosa impresión, pues es salida del valle aunque se hace subiendo. Pero sólo es apariencia y momentáneo engaño: llegado a lo alto de la collada, la bajada se acelera y supera con creces lo que ahora es cuesta arriba, convirtiéndolo en cuesta abajo.

Quien camina, qué importa quién sea, va por sitio conocido. No se aprecia sino seguridad en la marcha. Bien equipada para el lugar y momento, esta persona anda con paso seguro sin levantar la mirada. No necesita observar detalles que sorprendan, ni comprobar señales que orienten, ni espera dudando descubrir si la ruta que ella sigue lleva bien o lleva mal al destino pretendido. Podemos concluir que se sabe el camino. Que ya lo anduvo, no se sabe; que confía en lo que hace, seguro; y otra más: que aunque se la ve sola, no lo está y por ello ni se apresura, ni se retarda; camina con ritmo y sin prisas, porque lo hace con otros de los que se siente parte.

Lleva polainas, ahora llamadas "guetres" (¿de qué idioma se deriva?), cabeza cubierta y ropa ligera. La mochila, ni grande ni pequeña, suficiente. Se trata de alguien con experiencia, no es la primera vez que se adentra en la montaña.

¿Qué más decir? Yo nada más. Decidlo vosotros y vosotras, al entrar aquí. Además de mirar, hablad; o al menos, pensad. Y si lo queréis escribir, hacedlo, que estáis en vuestra casa.

Como ejemplo, coloco aquí esto otro que este señor del que hablé más arriba nos mostró ya hace tiempo, demasiado tiempo. Se trata de algo parecido, pero tienen las dos imágenes diferencias que sería interesante descubrir y razonar. ¡Ánimo, blogueros de esta internet procelosa!

http://fresno.pntic.mec.es/%7Ejqug0000/imagenes/no_estaba.jpg

1 comentario:

  1. Y..a los 56, ese camino desaparece, dejando paso a la imperceptible estela que deja el fluir de la VIDA. La FE ciega de HAZ DE MI LO QUE QUIERAS. Entonces aparecen los mas hermosos paisajes,LAS MIRADAS DE LOS NIÑOS,LAS HERMOSAS ARRUGAS DE LOS VIEJOS, LAS MANOS AGRADECIDAS DE LOS ENFERMOS.No se si esto es un camino, porque no se aprecia su trazado,solo se vive, como cuando haces el muerto en el agua y te mece , llevándote a su merced ,de un lado a otro. Besos. Laura

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