Una teóloga de armas tomar (II)

En mis tiempos lo fetén era estudiar teología. Digo esto hablando en términos clericales. Y más en concreto teología pastoral. Era estar pisando el suelo, armarse de bagaje para tratar a la gente y sus problemas, y dejar los aires siderales y los otros aires menos etéreos por mucho más consistentes.

Quiero decir una cosa así de simple: quien pretendía ser un simple cura para andar por casa, tratar al personal con sencillez y ayudar a enfocar los problemas del día a día, debía saber y por supuesto sabía, que teología.

El que además se atrevía con más, pues derecho civil, psicología, letras en general, y si aún más, pues medicina.

Pero, ¡Derecho canónico, eso jamás! El CIC debían dominarlo quienes aspirasen a puestos de ordeno y mando, subir el escalafón, y entre nosotros se sabía que quien quería licenciarse en ello que es que “iba pa obispo”.

Así pues, junto a los coleguillas que asistíamos a clases de teología, entraban por la misma puerta señores serios y de oscuro que iban a derecho, y eso era de postgrado. Generalmente se trataba de personas maduras enviadas por sus propios obispos, que necesitaban de ellos para ocupar los puestos de sus curias. En fin.

Así que quienes dominaban entonces esa materia eran de otra pasta. Ideológicamente diferentes. Incluso distintos en aspectos y maneras.

¡Cómo iba a caber en mi cabeza que alguien se metiera con CIC con otra idea que no fuera la de seguir y mantener lo que está atado y bien atado!

Pues ¡me equivoqué! Y para más inri, se trata de una mujer. Hablé de ella en mi entrada anterior, y hoy vuelvo a hacerlo, porque es que es cosa que me maravilla cómo esta mujer, Sabine Demel, con estos materiales canónicos trabaja así de bien y saca de ellos auténtica plata; qué digo plata, platino.

Porque es platino lo que ella dice al analizar el texto grave, y encontrar fallas y fallos de bulto, que ni van a la letra ni al espíritu de la libertad de que debe gozar quien por el bautismo está también, y de igual modo que el resto, asistido -por habitado- por el Espíritu Santo.

Miradlo, si tenéis ganas y tiempo, descargando este documento cuyo título apunta a un deseo y aspiración que algún día, tal vez no muy lejano, todas y todos ejerceremos dentro de esta Santa Casa:


LIBERTAD DE EXPRESIÓN Y OBEDIENCIA CRISTIANA.
¿La cuadratura del círculo?

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