Hoy empezó bien, y va a ser un buen día

Hoy estoy de fiesta, ¡sí!, hoy tenemos bautizos, ¡bien!

Una o dos veces al mes, según, toda la parroquia y en domingo o sólo las familias y en sábado, celebramos este sacramento que a mí me gusta sobremanera.

Dejar correr el agua sobre sus cabezas, ver cómo se sobresaltan asustados o sonríen, como hoy, gratamente refrescados, sentir a sus padres y padrinos una pizca felices y embarazados, mientras recito lenta y solemnemente las palabras rituales “yo te bautizo en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo”, todo ello junto y ensamblado, hace de mí un eslabón más en la milenaria cadena que discípulos de quien dijo: «Id, anunciad la Buena Nueva, y a quienes se conviertan bautizadlos…»

Bueno, sí, ya sé que aquéllos fueron rompedores, como los buques de casco reforzado que abren camino entre témpanos de hielos, en tanto que yo aquí sólo continúo y ayudo a mantener una tradición, una práctica piadosa o un gesto apenas deseado cuando no directamente obligado por el interés de las abuelas y los abuelos.

O, que también incluso mucho más, quienes vienen a solicitar son de chupamedómine y me dan sopas con honda, y tienen la fe más pensada y más vivida y más trabajada que este servidor, que a veces sólo sirve para poco.

No obstante, en ocasiones también resulto ser el buque rompehielos a la búsqueda de un atisbo de fe en quienes llegan pidiendo bautismo, porque este niño o esta niña es nuestro o nuestra, y nosotros no queremos sino celebrar con los amigos y familia un gesto social y quedar muy bien invitando a la concurrencia en convite simpar, tal cual lo hicieron otros y quedaron como rajás…

Y tienes que empezar por el principio. Que es un sacramento que supone fe; fe en quien lo recibe, fe en quien lo solicita, fe en quienes acompañan, fe en quien lo administra. Y además comunidad, que es como decir que no basta creer en algo misterioso allá arriba en lo alto de las nubes ajeno a nuestra historia. Fe en un Abba que ama, en un Hijo que salva, en un Espíritu que anima y revivifica, en un estilo de vida de amar sin medida a quienes sí tenemos medidas para todo…

En ese afán de procurar despertar lo aletargado o de avivar lo mortecino me he pasado algunos pueblos en determinadas ocasiones, y me ha salido el tiro por la culata; el resultado ha sido el portazo. Han sido pocas veces, pero ahí están, y me duelen, no consigo olvidarlas.

No ha sido así en esta ocasión. Alguien ha estado para que mi pulso no fallara, la presión fuera la adecuada, las palabras… medidas, los gestos… los necesarios y suficientes. Y hoy bautizamos a tres preciosos churumbeles y voy a disfrutar como un enano.

Además, esta mañana hemos acarreado casi 4.000 kilos de alimentos del Banco de Alimentos, sí, excedentes agrícolas de la comunidad europea, que servirán para paliar aunque sea ligera, pero realmente, necesidades de gentes que la crisis pertinaz está estrangulando despiadadamente. Y no me importa que me digan que contribuyo, haciendo caridades, a mantener el sistema, que había que denunciarlo, destruirlo, condenarlo…; que debería plantar cara y decir "No, señor, nada de caridades, que aquí justicia es lo que manda, no tapar las bocas con migajas". Pero cuando hay hambre, hasta las migajas sirven y son incluso necesarias.

También muy de mañana paseé con mis amigos del alma por las veredas pinariegas, aunque ya estaba amanecido, que ahora la hora del reloj es muy otra, distinta a la del sol.

Y al final, al caer la tarde, celebraremos que nuestro Dios no es nada egoísta, que es uno en tres, o tres en uno, uf qué lío, bueno que no sé ni decirlo ni explicarlo, pero que es la fiesta de la Santísima Trinidad y es como decir que hoy y mañana celebramos el santo u onomástica de nuestro Dios.

Me quedo con una expresión que acabo de leer a un teólogo español, que sabe japonés y que lo dice todo como muy bonito:

«La palabra “Dios” es un indicador que señala camino (sin demostrarlo, ni ahorrarnos andar a oscuras) al encuentro del secreto de la vida.

“Padre-Abba” es una palabra-clave, que remite al origen radical, Vida de la vida. Se traduce como Padre y Madre, pero quiere decir más que padre y más que madre.

“Hijo” es palabra-clave para referirse al sentido de la vida de Jesús, rostro de Dios, imagen, presencia real y cercanía encarnada de Abba: filiación sin límites y fraternidad-sororidad sin fronteras.

“Espíritu” es palabra-clave, que expresa la riqueza de la presencia vivificadora del Dios todo en todo, en todos y en todas, en el río imprevisible de la historia y en la intimidad inefable de cada biografía.

Hablando “desde arriba hacia abajo” (como le gusta a la teología romana) se dice: “En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”, con ecos de fórmula bautismal, vehículo de “la” fe en “la” Fuente de la Vida-Abba, “la” Ruta del Amor-Jesús-Cristo y “la” Respiración de la Esperanza-Ruah. (¿Interpretarán algunos varones como discriminación positiva el uso de todos estos artículos de género femenino?). Fuente, río y mar, preferirán decir en poesía.

Hablando “desde abajo hacia arriba”, como las tradiciones orientales cristianas de antaño o las teologías de la liberación de hogaño, decimos: “En el Espíritu, por el Hijo al Padre”, justamente como quien se santigua al revés.
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Pues, eso, que hoy para mí resulta ser un buen día, y voy de verdad a disfrutarlo.

3 comentarios:

  1. Me alegro, amigo, por aqui es un dia lluvioso y triste.

    Un abrazo...!

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  2. hola pase para decearte un buenisimo dia y que sigas publicando cosas interesantes como estas

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  3. Te he leido.. es muy interesante lo que escribes.
    Saludos y que tengas un buen dia del Señor!!!!!

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