Hace cuatro años que te fuiste y no he conseguido que pasara un sólo día sin recordarte, sin sentir que sigues tan presente a mi lado.
Hoy, sin embargo, no sé qué palabras podría decirte. Por eso las he tomado prestadas, son nada más y nada menos que de don Miguel de Unamuno. No, a este señor tú no lo leíste, que leías otras cosas. Era de esta tierra, paisano como quien dice, y sabía de sentires, de quereres, de decires y también de creer. Un creer muy hondo, como se hace aquí, como hiciste tú, como me enseñaste a mí.
Tomo, pues, sus palabras y, aunque peinando canas como él, quiero volverme niño y pedirte como entonces, que me cojas de la mano y me lleves a la cama, y me cuentes cuentos, y me cantes, y me mezas, y que me ayudes a dormir y que me acompañes en el sueño. Que en mis sueños tú ya estás, porque siempre estuviste, alentando, interrogando, criticando, corrigiendo y, siempre, siempre, empujando.
Mira que no te digo que me reces, que eso ya lo hago yo, que también me enseñaste tú y me acompañaste en ello. No, ahora yo solito lo hago casi tanto como recordarte. Y Abba me sigue escuchando y también sonriendo. Porque ahora es Él el que de verdad me cuida, como lo hizo siempre, como lo seguirá haciendo…
Hoy, sin embargo, no sé qué palabras podría decirte. Por eso las he tomado prestadas, son nada más y nada menos que de don Miguel de Unamuno. No, a este señor tú no lo leíste, que leías otras cosas. Era de esta tierra, paisano como quien dice, y sabía de sentires, de quereres, de decires y también de creer. Un creer muy hondo, como se hace aquí, como hiciste tú, como me enseñaste a mí.
Tomo, pues, sus palabras y, aunque peinando canas como él, quiero volverme niño y pedirte como entonces, que me cojas de la mano y me lleves a la cama, y me cuentes cuentos, y me cantes, y me mezas, y que me ayudes a dormir y que me acompañes en el sueño. Que en mis sueños tú ya estás, porque siempre estuviste, alentando, interrogando, criticando, corrigiendo y, siempre, siempre, empujando.
Mira que no te digo que me reces, que eso ya lo hago yo, que también me enseñaste tú y me acompañaste en ello. No, ahora yo solito lo hago casi tanto como recordarte. Y Abba me sigue escuchando y también sonriendo. Porque ahora es Él el que de verdad me cuida, como lo hizo siempre, como lo seguirá haciendo…
Madre, llévame a la cama.
Madre, llévame a la cama,
que no me tengo de pie.
Ven, hijo, Dios te bendiga
y no te dejes caer.
No te vayas de mi lado,
cántame el cantar aquél.
Me lo cantaba mi madre;
de mocita lo olvidé,
cuando te apreté a mis pechos
contigo lo recordé.
¿Qué dice el cantar, mi madre,
qué dice el cantar aquél?
No dice, hijo mío, reza,
reza palabras de miel;
reza palabras de ensueño
que nada dicen sin él.
¿Estás aquí, madre mía?
porque no te logro ver…
Estoy aquí, con tu sueño;
duerme, hijo mío, con fe.
Te gustaban las flores, pero en su sitio. No las quisiste para tu despedida, ningún ramo, ni una sola. Solamente lilas, ellas sí me dejabas que te llevara cuando brotaban en el jardín, allá por pascua.
Hoy te traigo esta rosa, no es la primera, que ya la he ofrecido. Es la segunda, y es roja, y aún está bien valiente desafiando la furia del sol, el que tanto te gustaba tomar, el que te calentaba cuando ya al final tus huesos no conseguías hacer entrar en calor.
Hoy te traigo esta rosa, no es la primera, que ya la he ofrecido. Es la segunda, y es roja, y aún está bien valiente desafiando la furia del sol, el que tanto te gustaba tomar, el que te calentaba cuando ya al final tus huesos no conseguías hacer entrar en calor.
Miguel Ángel: Que bien describes esa sensación de ausencia, ausencia física, es verdad. Pero su recuerdo te acompaña siempre, todos los días en los buenos momentos en los menos buenos.
ResponderEliminarAhí está tu madre para llenarte de besos, llevarte de la mano para acunarte, para aconsejarte.
¡Se que tu lo sientes así! Estoy segura.
Miguel Ángel lo digo por experiencia, perdí a mi hijo José Luís con 32 años, me dejo lo mejor de él- Sus hijas, Andrea y Sara y su encantadora mujer que para mí es como una hija.
Perdí a mi marido con el que compartí 42 años de mi vida.
Entiendo esa sensación, pero están con nosotros, en nuestros recuerdos , en nuestras viviencias y además ÉL, no cuida.
Le envio a tu madre unas lilas, dices que le gustaban.
Un abrazo lleno de cariño.
Miguel Ángel : Al final de mi comentario me he comido una "ese".
ResponderEliminarQuiero decir:( ÉL, nos cuida.)
Perdona.
Un besote.
Concilias admirablemente la sensibilidad, el recuerdo emocionado y el sentido del humor que procuran la madurez y la conciencia del tiempo transcurrido. Necesitamos el recuerdo de quienes hemos querido y ya no están como savia para seguir despiertos e ilusionados, sabiendo que no volverán pero que siguen así, alertas a cuanto nos pasa, vigilantes de que nada malo nos ocurra, afanados en ayudarnos para que su ayuda nos siga siendo indispensable. Bello homenaje a quien más se quiere.
ResponderEliminarAmigo Miguel Ángel, me he sentido muy identificada con los sentimientos que expresas tan entrañablemente. Esta tarde precisamente he visto unas fotos que tenía olvidadas y me ha dado mucha congoja. Creo que todos llevamos una criatura dentro que nunca muere. Mira que yo soy resignada, pero esta tarde me ha entrado como rabia y melancolía, dos cosas que son contrarias. Por primera vez me he preguntado por qué se fue, como si no lo supiera, quizás porque la niña se rebelaba contra lo inevitable, o contra ¿quién? No sé. Un abrazo muy grande y lleno de ternura, porque da igual la edad que se tenga, siempre ese dolor estará ahí.
ResponderEliminarMaría Luisa:
ResponderEliminarGracias por tus palabras. Créeme si te digo que la muerte física de mi madre fue liberadora para ella y para mí. No era posible, humanamente, estirar más aquella vida. Lo sabía ella y lo sabía yo. Lo sabían también mi padre y creo que también mi hermano.
Hablas de ausencia física, y lo comprendo en tu hijo, muerto demasiado joven, tal vez, aunque eso nunca lo sabrás del todo.
¿Qué es la ausencia física? Salvo ese espacio de tiempo que supone la infancia, en el que el contacto madre-hijo/a es más que estrecho, yo diría incluso que es un continuo, el resto de la vida no es sino un mosaico de ausencias: juegos, vacaciones, estudios fuera de casa, trabajo, ocupaciones, viajes, etc.
Aunque no hubiera habido esta ausencia física en vida, ahora, después de su muerte, he de decir que no siento su ausencia, sino su presencia constante.
Muchas gracias, abuela.
Fernando:
Más que homenaje a ella, a mi madre, me ha salido involuntaria e impremeditadamente un homenaje a Don Miguel de Unamuno.
Yo no entiendo mucho de homenajes, nada, para mejor decir. Pero si yo tuviera que hacer a alguien un homenaje, buscaría a aquella persona que sintonizara o hubiera sintonizado con lo que yo considero es bello, humano, meritorio.
Encontré esa preciosa oración del poeta ilustre, además de humanista y pensador, y filósofo y docente… Me gustó, me gustó a rabiar. Fue buscando su oración al Cristo de Velázquez para complacer a Clares que la había alabado hace unos días, y la encontré. Y desde entonces me dije: si él tuvo una madre a la que se dirige así, puedo muy bien también yo hacerlo, y si no me sale mejor que a él, copio descaradamente sus palabras, y ya está.
Reconozco que ni lo intenté: copié y pegué, no ha habido de mi parte más contribución.
Original sí ha sido la rosa, como lo fueron las lilas que tanto la gustaban.
Pero de lo que sí estoy seguro que estará más orgullosa y ufana es de ver qué tres pedazos de seres humanos, tú, Fernando, María Luisa y Clares, os habéis acercado para comentarlo.
Muchas gracias.
Clares:
Tú has hablado en tu blog de tu padre, pero no te he leído nada sobre tu madre. Tal vez alguna vez lo hagas, en ese caso. Espero poder leer lo que escribas, pero seguro que no te saldrá ni rabia ni melancolía, sino otra cosa bien diferente. Haz la prueba, y verás.
A lo mejor se te ocurre dedicarla una preciosa carta de niña, escrita en esas letras tan primorosas que tú manejas con habilidad manifiesta, contándole la última peli que has visto, y le describes no sólo la historia sino la gente que te acompañaba en el patio de butacas, la Murcia de toda la vida que ya ha sufrido el paso del tiempo; o no, sino que le cuentas cómo te has llevado lejos de casa a un grupo de chavales y chavalas a interpretar a un desconocido autor español, y le explicas que los chicos y chicas de ahora se parecen a los de antes, pero también se diferencian, y te explayas en los detalles.
O le cuentas que tienes un blog, bueno más de uno, y que de ese modo tan moderno te expresas, y otros y otras te leen y te responden, de una manera que a ella seguro que la encandilarías, y reiría con gracia y entusiasmo.
En fin, Clares, que no, que seguro que al recordar a tu madre se te viene a la boca, desde el mismo corazón, toda esa ternura que atesoras en ti misma. Por supuesto que sí.
Muchas gracias.
El dia 1 de enero fallecio mi madre,
ResponderEliminaraun las lagrimas asoman al leerte,
tambien ella nos enseño a rezar,
tampoco quiso flores.
Se fue rapido, como ella siempre quiso,
-cuando me llegue la hora , que el Señor me
lleve rapido a su lado-.
Su funeral fue una manifestacion inmensa
del cariño que tuvo con la gente.
Un saludo y un abrazo.