Eloy, ¿me oyes?

Aquella mañana vino a hablarnos un misionero. Estaba o había estado en algún país de sudamérica. Y habló de muchas cosas, de bautizos no, de lo demás, de todo. Y habló de pobres y pobreza, y de que había que no quedarse al margen. ¿Entendimos a aquel buen hombre o no entendimos nada?

Estoy hablando de hace muchos años. En segundo de filosofía, seminario mayor de mi ciudad, años 65 ó 66.
Se fue el misionero. Nos quedamos sólo los del curso, muy numeroso por cierto, casi 40; ya era raro ese número entonces, ¡mira cómo estamos (o están, que no lo tengo ni claro) ahora!
Y empezamos recordando ideas y aprendizajes. Fuimos añadiendo cosas y también subiendo el tono. Al final alguien gritó: ¡No estamos haciendo nada! ¡Cómo no!, gritó otro que esperaba algún día cambiar el mundo y sus cimientos con su prédica.
Pobres de allí sí que eran pobres. Pobres los de aquí, voceaba otro. Nadie entendía nada, pero hablar vaya si hablamos. Incluso llegamos a pensar que cada quien sacara las castañas de los propios, o sea, cada uno en su casa y Dios en la de todos.
No se votó, porque no había nada que votar. (Tenían que habernos botado a todos, superiores a la cabeza). Pero no ocurrió nada, porque de verdad, no éramos malos, aunque no diéramos ninguna talla.

Se fueron a Perú, creo que a Arequipa, Tomás, el otro Tomás, José María y Eloy. El resto nos quedamos, es un decir, nos fuimos desperdigando. Incluso algunos llegaron hasta Roma, no por saber, sino por tener un título más fácil que les diera cobijo seguro en su futuro.
Otros nos quedamos un poco menos lejos.
De la pobreza y los pobres, cero. Se olvidó. Nosotros a lo nuestro.

Ha pasado el tiempo. Cada quien está en donde está, quí lo . Unos poquitos aquí, sin romper un plato. Los de Perú, volvieron todos menos un Tomás, y por supuesto Eloy que se fue o lo llevaron. Los de Roma, donde estén sus títulos estarán. Los de algo menos lejos, seguimos aquí haciendo casi nada.

Pero no acaba aquí. Eloy, ¡ay Eloy el de la casa del Abba!, pasó por mi lado un día que venía hacia (o de, que no recuerdo bien) Alemania o Bélgica o Suiza, qué se yo, nos rozamos, nos miramos, nos reconocimos, hablamos, seguimos hablando ya en corrillo aparte de los demás, nos dimos señas y reseñas (y mira que entonces estaban mal vistas las capillitas y los grupitos), y desde entonces y hasta su muerte (tránsito hacia la casa del Padre) no dejó él de cartearme y yo de mandarle cosas.
Él llegó a ser no sé qué de importante en los arrabales, casi desierto, con voz en las ondas, que allí se estila mucho, con cocinas y comedores comunes, con gritos, con ruegos, con susurros tocando a rebato por arrancar de la pobreza a miles de peruanos. Y de rebote y por contagio y también y sobre todo por abrazo a la cintura, de toda sudamérica. Ah, también fue cura, hasta el final.




Y yo sigo aquí. Y sigo y no sé porqué sigo, y hago y no sé porqué hago.
Me paro y veo que no es cierto, que hablo en singular y resulta que debería hacerlo en plural.
Hacemos, aunque “yo” no sé ni porqué ni para qué, que los demás sí lo ven (así parece al menos), y tiran de mí, y me empujan, y me riñen, y me acarician, y me exigen y me sacan los colores, y en fin, también me besan.

Eloy, amigo, hermano, no sé porqué hoy te recuerdo, y te añoro y te digo muy bajito: hace ya unos días que no sé qué me pasa, que lloro por nada. ¿Será que me estoy haciendo viejo? Pero si ya he dicho hace poco que estoy hecho un mulo, que corro, nado, salto… Pues eso, Eloy que un abrazo muy muy fuerte, y tira al Abba cariñosamente de las barbas, que yo también las tengo y alguna vez algún niñ@ también a mí me tira.

Eloy, fíjate qué raro, que yo nunca escribí más que para examen y apuntes y cartearte, pues ahora fíjate bien lo que te digo: al escribir me salen ripios y rimas y en fin eso que de jovencitos tan bien algunos hacíais. Qué cosas ¿verdad?

Para más información esto: Vida y milagros de Eloy Arribas Lázaro

1 comentario:

  1. Dices:
    "Y yo sigo aquí. Y sigo y no sé porqué sigo, y hago y no sé porqué hago"

    Una vez comentaste en mi blog que en tu parroquia las sesiones de catequesis empezaban con alguna canción acompañada por tí a la guitarra... y que luego los niños te reconocían y saludaban por la calle...
    ¿Te parece poco?

    ¡Ah! Veo que colocaste un vídeo :-)

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