Fui a Granada. Volveré a Granada.

Este verano nos habíamos propuesto alterar la manera de disfrutar las vacaciones. Por supuesto preferimos la montaña a cualquier otra alternativa, pero dado que hace años que no hemos podido salir, estar de marcha durante veinte días seguidos nos parecía algo expuesto. De modo y manera que nos organizamos tres salidas distintas, ajustadas a la disponibilidad de nuestro tiempo: salir en domingo, al mediodía, y volver el sábado siguiente por la tarde. Así pues, seleccionamos Pirineos, Rías Bajas y La Alhambra.
A Pirineos en la primera semana de agosto, Rías Bajas en la última también de agosto y La Alhambra en septiembre, la semana después de las fiestas de la ciudad.
Y nos ha salido.

Ni que decir que en Pirineos disfrutamos y nos supo a poco. El Valle de Benasque, al que no volvíamos desde hace 7 años, es demasiado para tan poco tiempo. Pero mereció la pena volver a recorrer algunas zonas.

De Galicia, tomando como base Santiago, recorrimos las Rías Bajas y las Altas, saltándonos La Coruña y El Ferrol. De punta a punta, de La Guardia a Ribadeo, con dos pequeñas incursiones al interior: Tuy, para ver el casco histórico, y Lugo, para visitar su muralla. Bonita excursión.
Especialmente emotiva resultó la misa de los peregrinos, a las 12 en la catedral, repleta de gentes de todo el mundo, con ropa de caminantes y rostros cansados.

Por último la excursión a La Alhambra se transformó en un recorrido por parte de la provincia de Granada.


El camping Sierra Nevada, en la misma capital, fue la base que nos permitió subir a Sierra Morena, conocer La Alpujarra, descubrir Guadix y las casas-cueva, acercarnos a Gorafe para ver sus enterramientos del neolítico, para terminar contemplando la fortaleza palacio de La Calahorra.

El motivo principal era La Alhambra y a ella dedicamos toda la mañana del miércoles, de 8:30 a 14:00, que se dice bien; y por la nula información, que ésa es otra, que suministra el Patronato a sus visitantes, no pudimos hacer completo el recorrido por excedernos de tiempo.



Que digo yo que si no habrá peor manera de organizar institucionalmente una visita a un monumento universal.
Tienes que sacar la entrada con un mes de antelación o exponerte a ir a Granada y no encontrarla en taquilla.
Entras por el acceso que te indican y tienes que ir a toda leche al palacio real, distante 800 metros, porque en la entrada tienes esa hora y no otra. El recorrido es sinuoso, complicado y escasamente informado; hay puertas en las que el control no te permite volver para atrás (cosa muy normal cuando vas a tu aire disfrutando de detalles y comparando cosas) y hay puertas que te permiten volver una sola vez, justo para la alcazaba y el palacio de Carlos V. Pero este palacio incluye además el museo de bellas artes y el museo de la alhambra. Así que si te despistas de alguna de ellas, ya no la ves.



Hay cantidad de partes no visitables. Unas porque están en reparación; otras porque están muy delicadas; y otras sencillamente porque no les da la gana.
En resumen: cinco horas y media de visita, levantarnos a las 6 de la mañana para acceder al aparcamiento y encontrar sitio con sombra, contemplar lo que nos fue permitido y al final no poder entrar en el palacio del Jeneralife porque habían pasado 10 minutos después de las 14:00 horas, nos cabreó sobremanera.
Un consejo para navegantes: Si vas a visitar La Alhambra, saca con tiempo una entrada a primera hora (la tarde sólo son cuatro horas, mientras que la mañana son cinco y media) y organízate muy bien. Te controlan en el palacio real, pero también en el palacio del Jeneralife; así que primero visita estos dos sitios y el resto del tiempo dedícalo a lo demás.


Dedicamos una mañana a visitar la zona antigua de la ciudad, de la plaza nueva hacia la Alhambra y el carmen de los mártires; y una tarde/noche para visitar el Albaycin y contemplar desde el mirador de San Cristóbal la ciudad entera.

Un paseo sosegado por las estrechas calles y entre casas andaluzas y cármenes de todo tipo. Mereció la pena.


Subir a Sierra Morena por una carretera general no tiene mérito, pero no está mal. El Veleta a tiro de piedra, 3 horas de marcha, está al alcance de cualquiera.


La Alpujarra es visita obligada. Por lo menos el valle de Poqueira y acercarnos a Trevélez.



Conocer el Marquesado, Guadix y Gorafe era elemental.

Saber que Granada no es sólo la Alhambra ha sido todo un descubrimiento. Tratar a las gentes, amables, acogedoras y muy amantes de lo suyo, ha sido toda una experiencia.


Este cartel es un ejemplo de cómo se cuidan ahora las cosas y cómo te guían y te explican los parajes de visitas.

Y como dice Miguel Ríos, volver a Granada (aunque el tren vaya despacio) con autovías y autopistas por todos los lados se convierte en necesidad muy fácil de satisfacer.

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Este blog que empezó por casualidad y curiosidad, pasó a ser un diario al uso y ahora se ha transformado en un mal libro de viajes, pero ¡qué le vamos a hacer!
El complemento a todo esto está en http://mavs-enunlugardecastilla.blogspot.com/

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