¡Dónde voy yo con esto!


El patio de mi casa es particular, cuando llueve se moja como los demás. Pero además le crece la hierba. Y está bien, o no, según. Quiero decir que debe ser el único de toda esta zona que está en tierra, de modo que cuando está mojado hay barro, y cuando está seco, polvo. Eso es lo que no está nada bien. Ni el barro ni el polvo.

La hierba es el tercer elemento de mi patio. Sólo crece cuando hay tierra, aunque sea tan poca como la que cabe en las junturas de las baldosas de las aceras, o en las grietas del firme de las calzadas.

La hierba es bonita cuando está cuidada, pero es un incordio cuando hay que regarla, segarla, acariciarla…

La hierba de mi patio es más bien broza, casi rayando en maleza. Por eso la tengo a raya desde los principios. Y ¿cómo se la mantiene a raya? No regándola es la primera manera; si no se alimenta, no crece. Pero claro, las nubes también están ahí, y de vez en cuando descargan. Ese agua es bendición para las plantas… y también para las hierbas.

Este año ha llovido bastante, y la maleza de mi patio ha crecido lo que le ha parecido, o sea, hasta arriba del todo.

Normalmente para este problema tengo yo una solución, que es la segunda manera de mantenerla a raya: cortarla. Durante años, más bien décadas, me valí de una hoz, vieja y herrumbrosa, que para el efecto cumplía.

Los años fueron pasando, y también sobre mí. Llegó un momento en que dije, se acabó, ya no me agacho más. Y fui y me compré por 20€ una máquina de fabricación china que a trancas y barrancas iba sometiendo a la invasora hasta dejarla de muy pocos centímetros sobre el nivel del suelo. Ni cuento las paradas por calentamiento, averías y substitución del hilo, porque sería una historia sin sustancia ni interés. Sólo digo que fueron seis años de diálogo de tontos: con eso no puedes hacerlo, se te va a quemar, ese cacharro no sirve para eso, así aguantas muy poco, etc. Al fin, claro, se rompió.

Fui a por otra máquina similar. No era igual, sino parecida. Se quemó en media hora. Me dieron otra, pero avisándome, necesitas una desbrozadora, no una recortadora de bordes…

Lo pensé esa noche, antes de iniciar la nueva. Por la mañana ya tenía la desbrozadora que tanto me habían insistido yo necesitaba.

Aquí está.


El caso es que ahora que miro mi patio, con la hierba seca porque es julio, y miro a la máquina, con el depósito lleno de gasolina, me pregunto si no habré pretendido matar pulgas a cañonazos.