Reconozco que esta imagen me impresionó cuando el otro día, 27 de marzo, viernes, el Papa Francisco apareció en mi pantalla caminando torpemente por la rampa de acceso al "sagrado" de San Pedro del Vaticano con la plaza totalmente vacía.
La sensación de pequeñez se me aumentó en esta imagen de Francisco acariciando suplicante la talla del Cristo de San Paolo al Corso.
Esta bella composición reconforta mi alma y la caldea: sabemos en manos de quien estamos.
Pero no era de esto de lo que hoy quería escribir,
sino de un gerundio que me ha llegado de sopetón y me ha obligado a
improvisar a marchas forzadas.
Se escribe “streaming” pero yo lo leo “estoy con
vosotros estando”, porque he descubierto que puedo meterme en casa de mis
amigos sin entrar por la puerta, y si se me apura sin moverme de mi casa.
La peste del siglo XXI que provoca el coronavirus,
covid 19, nos ha confinado al pequeño recinto de nuestra intimidad, pero ni nos
ha mutilado las ganas de hablar ni las de reunirnos. Y a mí, en particular,
tampoco me ha mermado el afán de hacer lo que esté en mi mano para suplir las
carencias que esta situación sobrevenida nos está acarreando. Y ya que Mahoma
no puede ir a la montaña, será la montaña la que se desplace hacia Mahoma.
Con la ayuda de un vecino mató mi padre el cochino.
Con la ayuda de mis feligresas he sabido transmitir en directo la celebración
de la Eucaristía. Así ya puedo hacerlo, porque yo solito no quería.
(Se me estaba olvidando un detalle. Emitimos a diario desde guadalupeliandoencasa de Instagram)